lunes, 24 de agosto de 2009

MI NIÑA PUTA

Nuestras conversaciones en privado giraban en torno a cualquier tema. A ella le encantaba leer cualquier cosa que yo escribiera. Era una “niña” con una insaciable curiosidad por saber.
En dos semanas viajaba a Paris con su pareja. Un chico joven, como ella. No me explicó más sobre el ya que le prohibí que lo hiciera. Solo me interesaba ella y sobre todo sus ansias de saber.
- Paris, excelente ciudad – le dije- que te sorprenderá por su belleza.
- Por favor, - con cierta excitación dijo -, ¿que me recomiendas visitar?
- Por supuesto los lugares típicos – le decía -. El Louvre, el Sagrado Corazón, Las Tullerías, el Barrio Latino, la pequeña iglesia de Saint Sulpice que te hará rememorar el “Código Da Vinci”, la plaza de L’Etôile, …., hay muchísimas cosas que ver en Paris…., Versailles.
Claro que también deberías de hacer un paseo en barco por el Sena. A ser posible al atardecer y debes tomarlo en el puente del Alma. Es precioso contemplar como cae el Sol justo en ese trayecto.
- Que ganas tengo de ir – decía, al tiempo que una increíble sonrisa se dibujaba en su pícaro rostro-. Aunque me gustaría ir contigo ….
- Quiero que visites el cementerio Lachaise, - dije con autoridad – y que cuando lo hagas vayas a tres de sus tumbas, les dediques cinco minutos a cada una de ella, en silencio, cerrando los ojos y pensando en mi.
- Sin duda lo haré – dijo un tanto asombrada -. ¿Pero cuales son esas tumbas?
- La de Edith Piaf, la del insustituible Jim Morrison y la del inigualable Ives Montand, - le detallaba, al tiempo que la nostalgia paseaba por mi mente-.
Unos días después de ésta conversación me dijo que cuando le pronuncié esos tres nombres, los cuales solo le sonaban vagamente, prefirió no manifestar que los desconocía y que se informaría de sus biografías en la red.
También me confesó que la que más le había conmovido era la de Morrison y que ahora comprendía la parte del relato “Un regalo” que hace un tiempo leyó en mi blog.
El relato en cuestión es :
“This is the end
La imagen del coronel Kurtz se difuminaba entre las sombras de la densa noche. Sólo su cabeza completamente rasurada captaba un halo de luz y mientras calmaba el asfixiante calor con un cazo de agua que derramaba sobre el cráneo, relataba a su asesino el sueño que tanto le atormentaba:
- …veo como mi cuerpo se desliza lentamente sobre el filo de una cuchilla de afeitar …
Frente a él, sorprendido, en silencio y con un profundo respeto aguardaba su verdugo. Unos segundos después varios golpes certeros acababan con la vida de Kurtz, pero su sueño perduraría en el tiempo.
Con el cuerpo bañado en sangre, la mirada perdida cogida de la mano de su alma se perdió la silueta del ejecutor.
En el aire se escuchaba la sintonía del inmarcesible Morrison que con su voz desgarrada y enloquecida nos hacia sentir que todos nos deslizamos por el filo de una cuchilla.”

Ya a punto te terminar la conversación, me dijo : Hoy es viernes y me gustaría pedirte algo.
- Bien – dije, de forma escueta-. Que quieres.
Si es posible, mañana sábado podríamos compartir unos minutos charlando mientras tomamos algo en esa terraza a la que sueles ir.
- Ah ya, - dije instantáneamente- . La que hay frente al hotel Onix en rambla Catalunya.
- Exactamente, - respondío de forma vivaz-
Al día siguiente, al mediodía aconteció nuestro primer encuentro, en persona.
Ya hacía unos minutos que disfrutaba de un café y de la lectura del periódico cuando cuando se acercó la “niña”.
Una preciosidad. Me levanté y después de besarla en la suave y cálida mejilla e impregnarme del delicioso aroma que destilaba su piel le retiré la silla para acomodarla seguidamente.
Ella debió darse cuenta ,que el verde de mis ojos se iluminaba ya que una vez sentados el uno frente al otro cogió mi mano , la acercó a su cara y la besó.
Ese gesto me desconcertó por unos momentos.

Charlamos, como no podía ser de otra forma, sobre la sensación que uno tenía del otro al vernos en persona.

Por mi cabeza, confieso, que por momentos sentía una cierta vergüenza : Estaba con una “niña” que aun no había cumplido los treinta. Yo podía perfectamente ser su padre ya que doblaba su edad.
Sin embargo ella pasaba por alto todo eso y más. La veía feliz, entregada.

Pasaron casi dos horas cuando de forma súbita y con cierta tristeza dijo : Tengo tantas cosas por hacer hoy. He dejado el piso con la limpieza a medias. La comida por hacer. Si no fuera por eso te invitaria.

- No hay problema – dije, evidentemente sin pensarlo.
- ¿No te importa? – pronunció, de inmediato. ¿Quieres venir a mi casa?
- uffff, - dije, ya pensando en la situación-, no se si …..
Volvió a tomar mi mano. Una mano pequeña, bronceada, con preciosos y frágiles dedos de uñas cortas y lacadas de azul. No dijo nada. Sus ojos lo dijeron todo.

Ella vive en un piso del Eixample. Una finca de las llamadas “regias”. El suelo del piso que ha heredado de sus abuelos maternos conserva las molduras y artesonados originales, alguna que otra columna de mármol y el suelo de baldosas hidráulicas.
Ella conoce muy bien mis gustos y aguarda en silencio mientras me delito observando tanta belleza muerta.
- Te gusta, - dice sonriendo- Sabía que te encantaría.
En el amplio salón inundado por los rayos del sol que se filtran por las cortinas hay una pintura que, como un potente imán, me atrae.
- Dios ¡¡¡ - exclamo, mientras ella suelta una carcajada – Es un Fortuny. ¿ No será una copia?
A un paso de distancia de mi, y tomándome de la cintura, mueve su cabeza.
No es una copia es un original.
Es fantástico.
- Te dejo – dice, complacida-, con el Fortuna. Ahora vengo.
- Si, bien – murmurando, mientras mis ojos no se apartan de la obra pictórica-.

Después de un tiempo – ignoro cuanto – aparece de nuevo.

Mis ojos se abren ampliamente ante lo que veo.
Ella, ha aparecido con un delantal que es la mínima expresión y ha sustituido las sandalias que calzaba por unos zapatos azules de fino tacón. Ese es todo su vestuario.

- ¿Sorprendido? – dice poniendo cara de ingénua-. Tengo que terminar la limpieza. ¿Recuerdas?
- Si, si, claro – atónito, respondo-. Lo había olvidado. Ya te ayudo.

- No, - dice – por favor siéntate en el sofá y si lo deseas observa como lo hago yo.

Enciendo un cigarrillo, y luego otro y otro. La observo detenidamente. Ella de vez en cuando intercambia una mirada y sonríe con satisfacción. De fondo el ruido del aspirador.
Se mueve premeditadamente de forma provocativa. Es un delicioso juego. En su bronceado, pequeño y apetitoso cuerpo destaca el blanco de las marcas que le ha dejado el tanga cuando toma el sol. Sus manos guían con destreza el niquelado tubo del aspirador.
Flexiona el cuerpo por la cintura para aspirar el polvo debajo de un enorme sillón orejero. Su redondeado culo se me ofrece en primer plano. Sus potentes y duros glúteos se mueven acompasadamente . Una última maldad ejecuta a la perfección, cuando en esa postura levanta la pierna izquierda para dejar en su ingle la manguera flexible del aspirador.
Permanece así unos minutos. Yo observo como la gruesa y larga manguera se mueve adelante y atrás entre sus piernas, rozando cada vez más su rasurado coño.
Gira levemente su cabeza hacia mi y mientras me lanza una libidinosa mirada juega con su lengua en el aire.
Yo permanezco sentado, observando su maldad, su juego de seducción. Dibujando aros de humo con mi boca.
Está muy excitada, cada vez más. Disfruta con la manguera rozando su húmedo coño.
De pronto suelta la manguera, para el aspirador. Sus tacones golpean el suelo hidráulico y ya frente a mi se levanta el delantal, arquea sus piernas y coloca su bello coño frente mi cara. Introduce dos dedos en el. Me muestra lo impregnados que han quedado de sus fluidos, se los lleva a la boca y después de chuparlos los mete en la mía.
Mmmmmm, el sabor es delicioso. Es una mezcla de flujo, sudor y perfume.

Sus ojos se clavan en mi pantalón y suelta una nueva carcajada al ver que ha conseguido lo que quería.

Ya sin dudarlo me pongo en pie y me dirijo a la aspiradora. Ella me observa con atención.
Me acerco hacia ella con la manguera flexible en mis manos y la pongo en marcha de nuevo.
Ella sonríe ya que ignora divertida que va a suceder.

La tumbo en el sofá dejándola solo “vestida” con los azules zapatos de tacón.
Instintivamente se abre de piernas y sus brazos se esconden detrás de su cabeza.
Acerco a unos cinco centímetros de su pecho la boca de la manguera.
El pecho es succionado por el aire, que se lo quiere tragar.
Sus tetas se mueven por la presión del aire, sus pezones se endurecen.
En el momento en que el la boca de la manguera se posa sobre una de sus tetas, ella se abalanza espontáneamente hacia delante y lanza un gemido de dolor.
Al retirar la manguera su seno está enrojecido, hinchado. El pezón se ha agrandado considerablemente.
Ahora le toca al otro.
- Mmmmm, me encanta, si – dice, entre jadeos-.
- Ahora verás – le digo, dirigiendo la manguera a su coño-.
Coloco la boca de la manguera alrededor de su coño y luego junto a su clítoris.
- Oh, por Dios, que gusto – repite una y otra vez-
Dedico más tiempo a su coño que a sus tetas, que aun están enrojecidas e hinchadas.
Ella se tira de los pezones mientras recibe el plácido “castigo” en su coño.

Luego su coño, justo encima de su clítoris que se ha dilatado exageradamente, está hinchado y algo morado por el efecto de la aspiración.

Dejando la manguera en el suelo me despojo de mis ropas dejando mi polla al aire.

- Mi amor – dice satisfecha – deja que tu puta saboree esa deliciosa polla.
Se atraganta de vez en cuando, se la quiere tragar. De su boca cuelgan abundantes hilos de saliva.
Cada vez estoy más excitado. Por mi mente pasa una idea que pongo en práctica de inmediato.
- Ahora verás – le digo, apartándome de ella.
El aspirador aun está en marcha.
Acerco la boca de la manguera a mi polla. Intento meterla dentro sin éxito.
- ¿Por que harán las mangueras tan pequeñas? – le digo algo molesto, mientras ella se levanta riendo-.
Vuelve con un chuchillo y sin titubear, corta la boca de la manguera.

- Bien, - dice – problema solucionado. Ya puedes meterla.
En efecto, consigo meter unos centímetros dentro de la manguera que al acercarse es succionada . Tengo la sensación que me están tragando.
Percibo como no se hincha, pero se alarga.
- Déjame ver – dice con perversa curiosidad – como se ha puesto.
Después de sacarla, se la muestro y está enrojecida.
- Mmmmmm, parece más larga – dice, después de mamarla un par de veces- . Más la quiero más larga.
Y es ella misma que la introduce de nuevo en la manguera.

Cuando ya no puedo soportar más la presión del aspirador, a duras penas después de pararlo consigo sacarla de la manguera.

- Ahora si, - dice muy satisfecha- . Me encanta, ha crecido en longitud.
Yo te la pondré bien dura para que folles el culo de tu puta preferida. ¿ Soy tu puta preferida? ¿Tu “niña” puta?

- Si, - llevado por la vorágine de la excitación – eres mi puta. La única. La niña puta. Chúpala que cuando esté lista entrará dentro de ti.

Con las piernas sobre mis hombro, mientras ella se masturba voy metiendo centímetro a centímetro mi polla. Lentamente. Retirándola, dilatando su culo y volviendo a meter un poco más que la vez anterior.
Cuando ya consigo penetrarla por completo, suavemente me muevo.

- Fuerte – dice como loca – quiero que me folles fuerte.
Tras varias embestidas y un intenso orgasmo de ella, que sigue masturbándose. Acerco mi palpitante polla a su boca, para propinarle varios tiros de semen en su interior.
Aun palpitando mi polla en el aire y dejando caer las últimas gotas sobre sus pechos, ella tiene un nuevo orgasmo. De su boca cuelgan gruesos y densos hilos de semen.

Cuando mi “niña” regrese de Paris, sabrá que se siente frente la tumba de Jim Morrison. Ya nada será igual.

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