lunes, 26 de octubre de 2009

MAYO ES UN BUEN MES (I)

Sucedió que sin planearlo la frecuencia y amplitud de sus conversaciones se incrementaba día tras día. Se iban conociendo. Aprendiendo mutuamente. Contándose experiencias. Cada vez estaba más cercano el momento del encuentro real.
Y así fue.
No importa donde, ni cuando. Inconscientemente dispararon sus miradas haciendo diana en las respectivas pupilas. Para la mayoría de la gente aquel momento hubiera sido eterno, para ellos no. Disfrutaron prolongadamente de ese instante sin mediar palabra, solo mirándose a los ojos.
Transcurrida aquella pausa interminable, el saludo formal. Se dieron la mano. La sensación al contacto fue sensiblemente húmeda.
Sus dedos culminados con aquellas preciosas uñas rozaron mi piel y sentí un agradable escalofrío.
Ignoro que es lo que durante aquellos momentos pasaba por su cabeza. Una cabeza de frente amplia, despejada, solo acariciada por unos geométricos rizos.
Las cejas finas y arqueadas de una forma imposible, su nariz pequeña y algo redondeada y los labios carnosos y trazados libidinosamente.
Sin poder evitarlo me concentre en sus generosos y redondeados pechos y así en unos segundos recorrí su cuerpo hasta los pies.
Conversamos obviamente sobre temas que ya habíamos hablado con anterioridad. De forma fluida, abierta y sincera. No escondimos nada. Nada había que temer.
Si al principio estábamos algo nerviosos, aquel síntoma se transformó en inquietud conforme avanzaba la conversación.
Con autoridad me dijo : vayámonos quiero que veas algo.
Nos trasladamos en su vehiculo. Mientras ella conducía, ignorando por mi parte el recorrido, yo contemplaba sus preciosas manos en todos sus movimientos – como las deslizaba por el volante ; el agarre del cambio de marchas, …. Para mi fue excitante.
Te gustan mis manos, verdad?, dijo.
Si, son preciosas – con emoción le respondí -, también lo son tus pies. Me gustas mucho.
Ladeando hacia mi su cabeza, sonrió y su mano derecha buscó la mía al tiempo que decía – lo, se.
No intercambiamos palabra alguna hasta pasados unos minutos en que ya nos encontrábamos entre las paredes de aquel santuario.
Ambos de pie nos volvimos a mirar fijamente como en el inicio de nuestro encuentro. Unimos las manos y acercando lentamente nuestras cabezas ,con la boca semiabierta, buscamos el lugar apropiado para posar los labios.
Un beso superficial en los labios con un leve y fugaz contacto abrió paso a que nuestras lenguas se entrelazaran en las cavidades.
Intercambiamos fluidos al tiempo que la respiración de ambos se aceleraba. Nos mordisqueábamos cuidadosamente, las lenguas saliendo de nuestras bocas se movían en el exterior a ritmo de un ejercicio de esgrima. La presión que aplicábamos en nuestras unidas manos cada vez era más fuerte.
Aquel beso se prolongó durante unos diez minutos. Era un beso apasionado, frugal como si quisiéramos devorarnos el uno al otro.
Mi lengua se deslizó por su cuello, mientras apartaba su cabello para dejarlo al descubierto. Con la mano derecha intenté sin éxito abarcar todo su pecho izquierdo mientras degustaba el sabor de la dermis cutánea y del lóbulo de su oreja. El olor que desprendía su piel al contacto con mi saliva me excitaba aun más. Ella con los ojos cerrados, inclinaba su cabeza hacia atrás como signo de placer. Intercambiaba gemidos con palabras que no entendía.
Yo notaba a través de su blusa y sujetador el considerable tamaño de aquel pecho y como el pezón se endurecía.
En un movimiento fugaz se apartó. Sus ojos encendidos y sus labios estaban húmedos. Se desabrochó la blusa y el sujetador dejando libres dos hermosos y grandes pechos.
Ahora sí, con ambas manos conseguí abrazar uno, pero fue ella quien tomándolo por su base los alzó, primero uno y después el otro, ofreciéndomelos para que los degustara.
Chupé sendos pezones como si de un proceso de lactancia infantil se tratara. Cada vez estaban más duros, turgentes, hinchados. Con la lengua rodeaba la corona hasta llegar a trazar diez o más círculos.
Parecía ,pasado un tiempo, que le iban a explotar.
Siguiendo su línea de comportamiento dijo - espera – y de forma brusca su mano me agarró literalmente la entrepierna – estas excitado, dijo – con una malévola y cómplice sonrisa.
- Desnúdate .
Seguí su “orden”. Que decir cabe que nuestras complexiones eran completamente distintas.
Ella, una mujer preciosa, de naturaleza generosa y abundantes formas redondas y sensuales. En resumen una geografía humana para pecar hasta la saciedad y eso que aun estaba por descubrirla de cintura hacia abajo.
Yo, extremadamente delgado, enjuto se diría. Mi delgada desnudez hacía aun más evidente el excitado falo, que rompía descaradamente mi perfil.
- Arrodillate, a mis pies y espera.
Desapareció a mis espaldas para regresar al momento con una fusta en su mano.
Colocó la fusta bajo mi barbilla obligándome a levantarla y mirarla – has sido malo, muy malo me has excitado más de la cuenta y debo castigarte por ello, dijo-
El extremo de la fusta se posó en mis nalgas, se paseó por el perineo, el escroto, la polla, para acto seguido descargar su furia en el culo.
Al recibir las descargas, de forma compulsiva, mi culo se contraía, cerrándose.
En el tiempo de castigo y humillación ella me insultaba y degradaba con frases ,como : eres un cerdo asqueroso, peor aun, un perro que ha pretendido abusar de su dueña. Suponía que eras malo, pero no tanto.
Además tu polla se ha puesto dura sin mi consentimiento y eso no puedo permitirlo.
Yo recibía en silencio, el castigo. Escuchaba sus palabras. Arrodillado, indefenso, a sus pies, con la mirada clavada en el suelo.
Luego terminado el castigo dijo – sin embargo y a pesar de todo, eres un buen perro. Eres “mi perro” y puedo perdonártelo casi todo.
Dejó caer unas espesas y frías gotas de crema en mi enrojecida y castigada piel y con sus grandes y dulces manos la aplicó suavemente para calmar el dolor.
Sin embargo el contacto de sus manos sobre mi cuerpo, la sensación de alivio , la ternura con que las movía y también su consciente maldad a, de forma casi imperceptible pasar por el ano y con sus cuidadas y largas uñas tocar lo más sensible de mi ser, desemboco en una nueva erección.
- Mmmmm, ahora si lo deseo. Quiero que ese pedazo de carne se ponga duro, muy duro y crezca más y mas, decía.
Y mientras repetía una y otra vez esa frase cada vez sus largos dedos y sus uñas abarcaban más superficie de mi polla, que crecía.
Yo aun permanecía de rodillas cuando estando ella en cuclillas detrás de mi, cerró su mano sobre la base de mi polla y con la otra mano muy lentamente realizó movimientos de arriba abajo.
- Así como si te estuviera ordeñando. – dijo- ¿Te gusta verdad?
Un escueto y delirante si fue pronunciado por mi.

Me ordenó ponerme de pie, nuevamente. Al hacerlo clavó sus ojos en mi polla que con voluntad propia palpitaba por la excitación.
Era tal, la misma, que estaba completamente erecta apuntando hacia arriba. Incontables venas azules surcando la tersa piel de la polla y una vena más gruesa y muy hinchada. El prepucio totalmente al descubierto, de color violáceo y brillante.
Se despojó del resto de sus ropas. Sus piernas como dos columnas, fuertes, grandes. Unos ligeros pliegues de la piel marcaban una uve al final de sus muslos.
Aposento su tremendo, redondo y excitante culo sobre dos cojines y abriendo más de noventa grados sus piernas me mostró el origen del camino a la perdición.
Para hacerlo más visible a mis ojos, con sus manos separó los labios y pasó el dedo índice de la mano derecha a lo largo de su coño.
- Quédate ahí, observa en silencio, disfruta y no te toques hasta que te lo diga.
Asentí y cumplí con el mandato.
Yo estaba inmóvil, deleitándome con el excelente espectáculo que aquella Reina, mi Reina me estaba ofreciendo. Solo una parte de mi cuerpo estaba en movimiento. Mi polla, palpitaba rítmica e incontroladamente.
Ella introdujo tres de sus dedos en su boca, para mojarlos abundantemente. Los acercó a su coño iniciando movimientos suaves y giratorios en todo el contorno del mismo. De vez en cuando volvía a introducírselos en su boca para cargarlos nuevamente de saliva y al mismo tiempo para saborear sus fluidos vaginales.
Fueron, aproximadamente, veinte minutos interminables.
- Acércate, ven.
Cuando estaba a escasamente cincuenta centímetros de ella, se tumbó y me dijo dulcemente: Ahora haz lo que tu sabes y quieres hacer.
Colocado a su derecha, me dispuse a “comer” el manjar. Conforme acercaba mi cara a su coño, el sentido del olfato se impregnaba de su olor. Era una mezcla de orín, sudor y sal. Un olor excitante e idéntico al sabor que disfrute cuando mi lengua recorrió lo largo y ancho de su coño.
Le mordía los labios que no eran excesivamente grandes y que estaban algo pegajosos por el flujo vaginal. Su clítoris si era de gran tamaño, como una media luna. Lo presioné con mis labios. Era como una mezcla de colores que cada uno de ellos identificaba el grado de sensibilidad. Así en la cúspide de color rojo oscuro con un degradado hasta el rosado y casi blanco en su base que al mismo tiempo era la parte más dura.
Mientras yo hacia mi trabajo de comensal ante el mejor plato que jamás habré degustado, ella gemía de placer y acariciaba sus enormes pechos. Se pellizcaba los pezones y tiraba de ellos hacia fuera.
De su coño no paraban de salir fluidos que mezclados con mi saliva empapaban el piso considerablemente.
Introduje de mi mano derecha el dedo índice y corazón en la parte superior de su coño, justo debajo del clítoris y a unos cinco centímetros en su interior comencé a palpar las paredes al tiempo que la miraba para saber cual era el semblante de su cara que me pudiera indicar mayor o menor placer en mi maniobra.
- Oh Diossss ¡¡¡ Más quiero más, exclamó.
Entonces fui incorporando un dedo más y otro y otro más. Hasta tener mi mano a la altura de los nudillos, en su interior.
Estaba como loca de placer y eso aun me excitaba más.
Saqué casi por completo mi mano de su coño para iniciar la introducción de dos dedos de cada mano simultáneamente.
Poco a poco, con suavidad su coño que chorreaba abundantemente se iba dilatando de forma increíble.
Pacientemente conseguí llegar a introducirle hasta ocho de mis dedos en su prodigioso coño.
Mis movimientos tenían que ser muy lentos y de poco recorrido. Estaba justo en la parte de mayor sensibilidad y eso le proporcionaba gran gozo y placer que plasmaba con sus movimientos de cabeza, de piernas y de vientre.
Sus palabras entre gemido y gemido eran elocuentes : Cabrón que me estas haciendo? Por Dios, ….que gusto, oooh ¡¡¡…
Posiblemente transcurrieran más de veinte minutos o quizás hasta media hora en ese homenaje a Ella.
- Me gustaría que tuvieras muchos, infinitos orgasmos hasta el agotamiento, pero mi mayor propósito es que tengas una eyaculación, le dije. Ahora retiraré mis manos de tu coño, iré a por agua y mientras serás tu quien te masturbes. ¿ De acuerdo?
Me indicó de donde debía tomar la botella de agua y en esos segundos de mi ausencia se masturbó.
Ya de vuelta, le di a beber como el equivalente a tres vasos.
Continué con mi mano, ahora ya solo una, en su coño y mientras masajeaba su interior con las yemas de mis dedos, le decía que intentara mover su vientre como si lo vaciara y llenara, al compás de su respiración.
Llegado el momento en que presintiera que iba a “correrse”, ella debería intentar orinar para que se produjera la eyaculación.
Tuvo hasta cinco orgasmos, antes que llegara a eyacular un considerable chorro que brotó con fuerza de su coño al retirar mi mano.
Estaba como aturdida, sus piernas temblaban aun después de la eyaculación. Había experimentado algo increíble.
Yo estaba a su lado, tumbado y cubriéndola con mi brazo. La observaba. Su cara enrojecida, sudando, completamente empapada y agotada. Un brillo generoso en sus ojos y el regalo de una sonrisa.

MI REGALO A QUIEN LO MEREZCA

Sucumbir al poder es lo obvio, solo los rebeldes son capaces de morir en la lucha. Solo los locos son rebeldes.
No me has tenido a tus pies, ni sometido, ni tan solo he suplicando que fueras implacable, que hicieras uso de tu autoridad. Nada de eso ha sido necesario.
Tu conversación, tu forma de ser conmigo ,distinta a como te conocen, tus palabras, tu sonrisa espontánea, tu voz, tus manos, … la confianza y la puerta abierta a una gran amistad.
Sabes de mi lo que nadie sabe y también mi gusto por el cine, por la pintura, …, la emoción que me produce la plasticidad de ciertas cosas. Como disfruto explicándolas, desgranando los detalles por pequeños que sean.
Es por eso que quiero cuando leas esto, te relajes, enciendas un cigarrillo y conforme las pupilas de tus ojos salten de una a otra palabra las sientas en lo más profundo ,como si fuera mi voz que las va dictando en tus oídos.

This is the end
La imagen del coronel Kurtz se difuminaba entre las sombras de la densa noche. Sólo su cabeza completamente rasurada captaba un halo de luz y mientras calmaba el asfixiante calor con un cazo de agua que derramaba sobre el cráneo, relataba a su asesino el sueño que tanto le atormentaba:
- …veo como mi cuerpo se desliza lentamente sobre el filo de una cuchilla de afeitar …
Frente a él, sorprendido, en silencio y con un profundo respeto aguardaba su verdugo. Unos segundos después varios golpes certeros acababan con la vida de Kurtz, pero su sueño perduraría en el tiempo.
Con el cuerpo bañado en sangre, la mirada perdida cogida de la mano de su alma se perdió la silueta del ejecutor.
En el aire se escuchaba la sintonía del inmarcesible Morrison que con su voz desgarrada y enloquecida nos hacia sentir que todos nos deslizamos por el filo de una cuchilla.

Fidelio
Envuelto en una negra capa aceptaba la invitación de uno de los mayordomos.
El salón era de dimensiones casi catedralicias. Multitud de personajes observaban la escena en el centro de la sala. De fondo una melodía tétrica rompía el silencio y estaba acompasada por la voz del Maestro de Ceremonias que con gran autoridad golpeaba su vara de mando en el marmóreo piso.
La música y los golpes de la vara retumbaban. Una luz cenital se proyectaba sobre un círculo, formado por unas cuantas servidoras de placer.
Cuerpos femeninos cincelados, esbeltos, desnudos. Sólo cubiertos por increíbles máscaras venecianas.
Ellas, sumisas, obedecían la orden de la voz satánica del Maestro, que aun cobraba mayor autoridad al poner punto final a todas y cada una de sus sentencias con el estruendoso golpe de vara.
Lentamente ,calzadas sobre altos tacones de aguja, sus perfectos glúteos apoyados sobre sus largas piernas se dirigían hacia donde apuntaban sus duros y erguidos pechos.
Eran sumisas pero tenían el don de elegir a la “victima”.
Su respiración era profunda, su corazón bombeaba con más fuerza. Inmóvil observaba como la mejor, la mas bella se acercaba hacia el, contoneando su esbelta figura.
Ella le tomo de la mano e inesperada y sinceramente le dijo :
- márchate de aquí, te descubrirán y si eso ocurre será de consecuencias fatales.
Desconcertado por las palabras de aquella ninfa, caminando junto a ella, a su alrededor espectadores casi clónicos, todos enmascarados, contemplaban el circo de carne y sexo reinante.
- Aun estas a tiempo, sal de aquí. No permanezcas con los “ojos completamente cerrados”.

Geisha
Multitud de ojos llenaban el “kabuki” y disparaban hacia el telón a la espera de que se iniciara el espectáculo.
El escenario se iluminaba con luces de candilejas al hacer presencia la Geisha, haciéndose de inmediato un silencio sepulcral.
Cubierta en una sábana de seda, cual estatua de mujer petrificada la Geisha llenaba todo el espacio.
Con un movimiento casi felino, descubrió tras los abanicos que manejaba con maestría, su blanquecino rostro.
Un rostro celestial, roto por el negro de las finas cejas y el rojo de sus diminutos y perfilados labios.
Las delicadas manos flotando de forma frívola en el aire dibujaban molinetes y figuras imposibles hablando en un idioma cargado de fantasía y sensualidad.
De pronto la falsa nieve comenzó a caer desde el telar. La Geisha apoyando sus diminutos y cuidados pies desafiaba al equilibrio deslizándose sobre las considerables alzas que calzaba.
La música, la nieve, el humo que se desprendía de los cigarrillos, la luz difusa y aquella bellísima danza no consiguieron distraer el cruce eléctrico y permanente en las miradas de ella y aquel hombre que siendo una niña le regaló un pañuelo para que secara sus lagrimas.
La Geisha ya era una mujer y el pañuelo que había guardado celosamente durante tantos años debía regresar a su dueño de la mejor forma. De la única forma posible ,junto a ella. Geisha y pañuelo ya eran uno.

Lo absurdo de la venganza
Ya habían transcurrido varias horas y el judío reclamaba insistentemente justicia y el cobro de la deuda contraída por Antonio.
Era imposible llegar a un acuerdo satisfactorio ya que la ley estaba de la parte del judío pero las personas estaban a favor de Antonio.
Porcia, apareció .
- Tienes razón Shylock, la justicia te ampara –dijo Porcia-, pero hay otra cosa. Escucha y atiende bien, que no te da ni una brizna de sangre este contrato : las palabras justas y precisas son “una libra de carne” ; entonces toma la libra de carne que te adjudica la escritura; más si al cortarla hay una sola gota de sangre cristiana, todo caudal y tierras, según la ley de Venecia, te serán confiscados por el Estado.
La sala murmuraba, elogiando la gran sabiduría del juez. Shylock atemorizado y con los ojos fuera de si. Y viendo que el cobro de la deuda que con tanta ansiedad deseaba cobrar le era imposible decidió obtener alguna ganancia en vez de la libra de carne del corazón de Antonio.
- Está bien – de mala gana dijo el judío- acepto el triple de la deuda contraída y que quede libre el cristiano.
- Cálmate judío, -dijo Porcia- tu reclamabas justicia y la tendrás, no tengas prisa. Tan solo puedes recibir la fianza. Ponte entonces a cortar. De sangre no derrames : no cortes más ni menos: una libra justa; si más o menos cortas de una libra, tan solo que la pesada se desequilibre y suba o baje la vigésima parte de un mal escrúpulo, que digo? , solo que se decante la balanza el grueso de un cabello, será preciso que mueras y que todo tu patrimonio sea confiscado.
Sabias palabras, sabia secuencia. Prodigiosa la imaginación de Shakespeare en el Mercader de Venecia que me llevan a sentenciar :
Qué absurda y estéril es la venganza.

Freüd
Cada día mientras duró la exposición allí acudía. Puntual, no quería perder ni un solo segundo por que era consciente que una ocasión así difícilmente la volvería a tener.
El primer día, nervioso, descendía por las escaleras mecánicas al subsuelo del Museo después de lanzar una mirada de admiración a la obra de Mies van de Roe.
Al cruzar la acristalada puerta giratoria saludaba de forma familiar al imponente mural de Sol Levitt dejándolo tras de mi para entrar en el mundo de la carne.
La carne como jamás ha sido trasladada a un lienzo. La carne que Lucien Freüd con fidelidad y crudeza refleja.
Absorto me quedaba paralizado frente a todas y cada una de las obras. Que grandeza, que virtuosismo, que forma tan imposible de mover las manos con tal destreza para convertir esos infinitos golpes de pincel en retratos de lo que vemos y de lo que no se ve.
Freüd no solo pinta la carne como nadie. El pinta las emociones, el interior , el alma.
Blanco, rojo, azul Prusia y amarillo limón. Lienzo de lino belga de la mejor calidad y quizás tan solo un pincel, siempre de pelo basto. Eso es suficiente para ese monstruo que con su incisiva mirada devora a quien va a retratar y es capaz de pintar lo más profundo : el alma.

Historia de un caballo

En mi juventud, cuando aun el Renault-5 era la moda; cuando solo existía la N-II para el trayecto a la capital del Reino; cuando disfrutaba de aquellos inolvidables fines de semana : “sexo, drogas y rock and roll”; cuando para mi la noche comenzaba a partir de las 21.00 y al llegar a casa de madrugada apenas tenía una hora para desayunar, tomar una ducha y cambiarme de ropa para ir al trabajo ; cuando descubrí a José María Rodero.

Hacía pocas horas que habíamos llegado a Madrid, casi con el tiempo justo de acudir a las taquillas del teatro comprar las entradas para la función del sábado noche. Casi sin darnos cuenta y sin poder comentar el programa.
- Has visto además de Rodero – me comentaba mi compañera de butaca y viaje- están el Valladares y la Alonso.
Y allí en aquel circular escenario a modo de establo, apareció el personaje central de la obra de Tolstoi. No era Rodero era un viejo, sarnoso, decrepito, cansado, triste, hambriento, huesudo, feo y desquiciado caballo.
- mmmm como me pica – musitaba el caballo – como me pica ¡¡¡
He visto en los años mucho Flotats, mucho Pou, mucho Bódalo, algún Hurt, pero solo he visto dos monstruos sobre la tabla :
Un caballo llamado Rodero y un italiano fascinante que con voz desgarrada gritaba : ¡ My kingdom for a horse¡.
Inolvidables, insustituibles Rodero y Gassman.

F-1
Ya al dejar el vehículo en el PA3, sobre la tierra , sube mi ritmo cardiaco, camino con prisa hacia la entrada principal. Ya se escucha la particular música de los bólidos.

Primero, en la tribuna, frente los boxes. Sentado con un cigarrillo humeando entre mis labios, apunto con mis ojos hacia la derecha y sin darme cuenta pasa frente a mi y desaparece a la izquierda.
Otro, sin duda es un Toyota – me digo – ha entrado en recta de boxes con lo que su velocidad se reduce automáticamente a 80 km/h, cuando llega frente a su garaje para, las revoluciones se disparan a 7000. La gente a mi alrededor comenta el ruido espantoso del motor. El Toyota pega un brusco acelerón de tan solo unos metros y lo cala.
Risas, ojos como lunas, nervios y algún que otro que se lamenta de sus oídos. Si realmente, la primera vez es insoportable.
Finiquitado mi cigarrillo, me sonrío y saliendo de la tribuna voy recordando mi primera carrera en Montjuich.
- Ufff, hace ya tanto que ni recuerdo cuando.
Desde entonces no me he perdido ningún gran premio en Barcelona.
Sigo caminando para pasar por el túnel que cruza el circuito y así poder contemplar como los bólidos negocian la curva Repsol.
Algunos, los que están más “calentitos” pisan los pianos, clavan los frenos, sale humo de las “gomas” y se pierden en el asfalto.
Unos cuantos cigarrillos, agua, sudor, olor a gasolina, decibelios, muchos decibelios y a caminar de nuevo hasta la curva de La Caixa – mi preferida-.
Allí les podré ver muy cerca, escucharé como bajan y suben marchas como si de una escala musical se tratara, como ruge la bestia, como petardean los cilindros, como explosiona una y otra vez para encarar la recta y subir a …. Quizás 21000 revoluciones.
Han pasado seis horas y con los ojos inyectados de satisfacción, pienso que tan solo falta un año para la próxima.

Arsenita
Comunicar es algo precioso, único. Penetrar con las palabras, traspasando el país de los sentimientos y llegar hasta lo más hondo es algo casi imposible.
El chat no deja de ser un medio de comunicación, que al tiempo no garantiza que eso se produzca. Solo es un medio, el resto corre por nuestra cuenta.

Cuando conversamos con alguien procuramos saber más, conocer más y por que no adornar esas palabras con la imagen.

Wagensberg dice : “El dolor es a la salud, lo que el hambre a la nutrición, la sed a la bebida, la libido a la reproducción, el miedo a la seguridad o la curiosidad al conocimiento”.

Parece que es mejor conocer que no curiosear, pero eso depende de lo que cada uno pretenda.
“ Amar sin ser amado es el despilfarro de algo improbable”

12, doce líneas con palabras que colapsan : comunicar, sentir, curiosidad, conocimiento.

Llegado a éste punto, me hago la siguiente reflexión : ¿ es posible amar sin comunicar, sin sentir, sin conocer ?

Aquí, en éste medio, tiempo ha que conocí a una mujer imposible, conversábamos mucho, quizás demasiado. Al principio en sala, inmediatamente después en privado.

Con su permiso la “bauticé” Arsenita. Al principio ella se sorprendió por ese nombre que le asigné y más aun por el significado que yo le daba.

Dime que significa Arsenita ?

Arsenita es algo imposible, algo que flota en el aire ; que me envuelve y que cada vez que miro; que toco; que siento, me hace pensar que ya lo he visto todo. Arsenita eres tú.

Después de escucharme ,su permanentemente boca entreabierta dejo paso a la blancura de sus dientes húmedos al igual que sus rosados labios. Su mirada algo triste pareció por unos instantes abrirse hacia mi. La hermosa cabellera era como un ramo de finísimos rayos de oro que llovían sobre su pecho.

Arsenita me estaba hablando con su gesto, sin pronunciar palabra audible alguna. Yo sentía como un intenso caudal de palabras me atravesaban para estallar en rojo carmín dentro de mí.

Es eso amor??? No lo sé. Nunca lo sabré.

Quizás Arsenita nunca existió, solo fue un invento, el fruto de mi imaginación.

Sin embargo, ella sigue ahí tejiendo frases que luego aparecen cinceladas en la pantalla. La veo como teclea con esos dedos infinitos y de uñas perfectas.

Su piel es alabastrina, tiene un sabor frío y una textura salada.

Arsenita es solo un invento fruto de mi imaginación.
Abre sus ojos y sonríe.

Arsenita , eres tu???

EL CAFE Y SUS PIES

Cada día cuando cruzo el umbral del santuario del café, me hago la misma reflexión : ¿cómo es posible que en el siglo XVI, en Alemanía, estuviera prohibido el consumo de café?
Absurdo, o quizás una maldad de un regente estúpido, obsesionado por privar a sus súbditos de un fruto tan delicioso.
Al instante, sin mediar palabra, el humeante y corto café destila su aroma en una pequeña taza sobre mi mesa. Mesa de mármol, como no.
Acerco la taza a mi boca. Ese momento es sublime.
La magia del instante queda colapsada, en el momento en que una joven ninfa hace su entrada en el local.
A escasamente dos metros de mi, ocupa el asiento próximo a la barra para hacer la comanda de un café.
Mi mente se distrae del café y mis ojos recorren el reverso de su figura.
El cabello recogido con una pinza juega al equilibrio sobre lo alto. Es de un intenso color castaño. Su cuello largo reposa sobre una sólida espalda. Una blusa de vivos colores termina poco más allá de su cintura.
El trasero cubierto con unos vaqueros desgastados es “cuasi” perfecto.
Sigo observándola detenida y placidamente hasta llegar a lo más precioso que mis hipnotizados ojos puede ver. Sus pies son el punto culminante.
Pies divinos de talón redondeado. Limpio. Blanco alabastrino.
La posición de sus piernas los dejan al descubierto casi en su totalidad.
Los dedos parecen cincelados por una mano divina, capaz de modelar en proporciones aureas cada milímetro.
Las uñas ni cortas, ni largas, lacadas en rojo, captan además del brillo de éste furtivo espectador, toda la luz que entra en el local.
Dos tiras negras se cruzan por el empeine abrazando ambos pies.
Siento envidia de esas tiras que los abrazan y del aire que los envuelve.
El borde de la taza aun sigue en mis labios. El café se derrama en mi paladar pero mi mente solo piensa en sus pies. Son ellos los que penetran dentro de mi. Ya son míos.

MI FETICHE : NIÑA

… Si “niña” – le dije, después de un largo rato de charla-, soy fetichista. ¿ Y quien no lo es?.
- Si, claro – respondió -. Tienes razón. Sabes que me excito cuando hablo contigo. Haces que mi mente vuele. Haces que me involucre en lo que me cuentas.
- Lo sé, - dije, consciente de ello -, por eso me recreo en ello. Es una especie de recompensa. Tu excitación actúa como un espejo en mi y yo también obtengo placer. Y como mi placer aumenta te lo devuelvo a ti.
- Es tan evidente dicho así – dijo mientras soltaba una carcajada-.

- Eso mi “niña”, es como una especie de fetichismo. En realidad es un auténtico fetiche – proseguí, con mi explicación -. La palabra “fetichismo” tiene su origen en el latín “facticius” que significa artificial y también en el portugués “feitiço” que significa : manía, obsesión, magia, … y consiste en obtener excitación, placer, llegar a alcanzar el orgasmo a través de un objeto fetiche.
- Claro, - dijo titubeando -. Un dildo es un fetiche.
- No, niña. Un dildo no es un fetiche. Es un objeto que estimula el placer. – le dije, y proseguí a continuación -. Un fetiche es, por ejemplo, unas bragas tuyas que huelen a tu sexo y que yo podría usarlas para masturbarme con ellas colocándolas directamente sobre mi polla o bien acercándolas a mi nariz para olerlas mientras me masturbo.

- A claro, - con seguridad -, ya entiendo. El escuchar tu voz, el leerte para mi es un fetiche puesto que me excita.
Exacto – dije satisfecho - , así es. Lo has comprendido a la perfección. Unos zapatos de alto tacón de aguja, unas medias, una mascara, unos ajustados pantalones de latex, …. eso son fetiches . Son como un talismán, aportan magia a la imaginación, aporta fantasía, morbo, …, al fin y al cabo excitación, placer en definitiva. Y esos objetos tanto pueden ser usados por ti como por mi. Es más puede que incluso te excitase más que unos zapatos de tacón tuyos o unas medias o incluso unas bragas empapadas por tus flujos y orín, fuesen usados por mi.
- Sí – dijo de forma efusiva -, claro que me excitaría eso.
- También es un fetiche – continué a sabiendas que estaba excitada -, el que tu desconozcas que estoy haciendo o como voy vestido mientras mantenemos ésta conversación.
- Mmmmmmm – dijo para sonreir - . Si tengo mucha curiosidad por saberlo.
- Se que desearías saberlo, incluso ver que hago o que llevo en éste preciso momento. Pero si deseas saciar tu curiosidad debes pedirlo.
- Ya entiendo – a regañadientes dijo - . Está bien ¿Puedes por favor decirme que haces ahora mientras hablamos?
- Nada, - dije de forma escueta – Absolutamente nada.
- ¿Nada? – preguntó incrédula. Y ¿ que llevas puesto? Dímelo por favor.

- Bueno, ya sabes que soy nudista y que obviamente en casa lo practico- le dije consciente que ya conocía esa faceta-.
- Entonces – insistiendo afirmativamente sentenció – No llevas nada y seguro te estas masturbando.
- No niña – le dije a modo de juego – Estas equivocada, no me estoy masturbando y si llevo algo puesto.
- Venga, por favor – inquirió – que llevas.
- Cuando estoy hablando aquí contigo, siempre llevo lo mismo – le dije -. Un cordel de esparto esta atando mis huevos y mi polla. Así hay momentos en que me excito mientras conversamos y observo como mi polla se llega a hinchar de forma exagerada.
- Mmmmmmm, - expresó con satisfacción- . Como me gustaría ver eso y más que verlo tenerlo ante mi. ¿Puedes mostrarmelo?
- No – le dije- . Puedo explicarlo. Es mucho mejor.
- Si, hazlo por favor. Explícamelo con todo lujo de detalles.
- Bien, - le dije con maldad – lo haré. Te lo explicaré pero quiero que cuando haya terminado me digas tu como te sientes y quiero que tus manos estén sobre el teclado todo el tiempo. A lo sumo te permitiré que las uses para fumar. Solo para eso. ¿Lo has comprendido?
- Si, lo he entendido y así lo haré.
- En estos momentos mi polla presenta un color oscuro. Dos venas azuladas parten de la base y antes de llegar al prepucio se separan. Justo ahí forman una especie de “uve” y lo rodean. Esas dos venas son las que están más hinchadas y más gruesas conforme voy avanzando en mi explicación. Otras pequeñas venas, como hilos de sangre envuelven el resto de la polla. Su color es de un rojo oscuro.
En estos momentos mi polla palpita. Está muy hinchada, percibo como el cordel de esparto se clava en la piel y no cede provocándome un dolor agradable que hace que me excite aun más.
El prepucio esta brutalmente hinchado. Ha aumentado mucho su tamaño. Tiene mayor diámetro que el falo. Y ha quedado completamente al descubierto. Su color es azul-violáceo. La uretra está muy abierta.
La presión sanguínea hace que pulse rítmicamente.
El escroto también está muy hinchado y parece que todo va a explotar. El cordel cada vez se clava más, provoca más dolor y más placer.
Palpo con la yema de mis dedos el perineo y aparece abultado. Entonces lo presiono suavemente y observo como mi polla crece más de un centímetro. La sangre acumulada en esa parte se ha desplazado rebasando el aro del cordel.
Uffff es excitante. Es brutal.
Ahora con cuidado deshago el nudo del cordel y el dolor es insoportable. De inmediato después del dolor aparece el placer. Ya no me duele. Mi polla sigue erecta, dura. La sangre fluye libremente . Las venas ya no están tan hinchadas y el color es mas rosado. Sin embargo sigue muy dura.

Bien “niña”, - le pregunto- ahora quiero que me digas tu como estas y que haces.

- Estoy como hipnotizada – dice entusiasmada - . Es como si lo estuviera viendo. Me encuentro completamente excitada, mis pechos están hinchados y la silla esta mojada. No cesan de salir fluidos de mi coño.
- Estupendo – le digo con satisfacción - : Me hace enormemente feliz que tu mente haya conseguido trasladar tu cuerpo junto al mío. Ya puedes hacer lo que desees.

Y tu estimad@ y fiel lector/a, también puedes hacer lo que gustes siempre que hayas respetado las reglas.
¿Recuerdas? Mientras leías , las manos debían estar en el teclado.

lunes, 24 de agosto de 2009

MI NIÑA PUTA

Nuestras conversaciones en privado giraban en torno a cualquier tema. A ella le encantaba leer cualquier cosa que yo escribiera. Era una “niña” con una insaciable curiosidad por saber.
En dos semanas viajaba a Paris con su pareja. Un chico joven, como ella. No me explicó más sobre el ya que le prohibí que lo hiciera. Solo me interesaba ella y sobre todo sus ansias de saber.
- Paris, excelente ciudad – le dije- que te sorprenderá por su belleza.
- Por favor, - con cierta excitación dijo -, ¿que me recomiendas visitar?
- Por supuesto los lugares típicos – le decía -. El Louvre, el Sagrado Corazón, Las Tullerías, el Barrio Latino, la pequeña iglesia de Saint Sulpice que te hará rememorar el “Código Da Vinci”, la plaza de L’Etôile, …., hay muchísimas cosas que ver en Paris…., Versailles.
Claro que también deberías de hacer un paseo en barco por el Sena. A ser posible al atardecer y debes tomarlo en el puente del Alma. Es precioso contemplar como cae el Sol justo en ese trayecto.
- Que ganas tengo de ir – decía, al tiempo que una increíble sonrisa se dibujaba en su pícaro rostro-. Aunque me gustaría ir contigo ….
- Quiero que visites el cementerio Lachaise, - dije con autoridad – y que cuando lo hagas vayas a tres de sus tumbas, les dediques cinco minutos a cada una de ella, en silencio, cerrando los ojos y pensando en mi.
- Sin duda lo haré – dijo un tanto asombrada -. ¿Pero cuales son esas tumbas?
- La de Edith Piaf, la del insustituible Jim Morrison y la del inigualable Ives Montand, - le detallaba, al tiempo que la nostalgia paseaba por mi mente-.
Unos días después de ésta conversación me dijo que cuando le pronuncié esos tres nombres, los cuales solo le sonaban vagamente, prefirió no manifestar que los desconocía y que se informaría de sus biografías en la red.
También me confesó que la que más le había conmovido era la de Morrison y que ahora comprendía la parte del relato “Un regalo” que hace un tiempo leyó en mi blog.
El relato en cuestión es :
“This is the end
La imagen del coronel Kurtz se difuminaba entre las sombras de la densa noche. Sólo su cabeza completamente rasurada captaba un halo de luz y mientras calmaba el asfixiante calor con un cazo de agua que derramaba sobre el cráneo, relataba a su asesino el sueño que tanto le atormentaba:
- …veo como mi cuerpo se desliza lentamente sobre el filo de una cuchilla de afeitar …
Frente a él, sorprendido, en silencio y con un profundo respeto aguardaba su verdugo. Unos segundos después varios golpes certeros acababan con la vida de Kurtz, pero su sueño perduraría en el tiempo.
Con el cuerpo bañado en sangre, la mirada perdida cogida de la mano de su alma se perdió la silueta del ejecutor.
En el aire se escuchaba la sintonía del inmarcesible Morrison que con su voz desgarrada y enloquecida nos hacia sentir que todos nos deslizamos por el filo de una cuchilla.”

Ya a punto te terminar la conversación, me dijo : Hoy es viernes y me gustaría pedirte algo.
- Bien – dije, de forma escueta-. Que quieres.
Si es posible, mañana sábado podríamos compartir unos minutos charlando mientras tomamos algo en esa terraza a la que sueles ir.
- Ah ya, - dije instantáneamente- . La que hay frente al hotel Onix en rambla Catalunya.
- Exactamente, - respondío de forma vivaz-
Al día siguiente, al mediodía aconteció nuestro primer encuentro, en persona.
Ya hacía unos minutos que disfrutaba de un café y de la lectura del periódico cuando cuando se acercó la “niña”.
Una preciosidad. Me levanté y después de besarla en la suave y cálida mejilla e impregnarme del delicioso aroma que destilaba su piel le retiré la silla para acomodarla seguidamente.
Ella debió darse cuenta ,que el verde de mis ojos se iluminaba ya que una vez sentados el uno frente al otro cogió mi mano , la acercó a su cara y la besó.
Ese gesto me desconcertó por unos momentos.

Charlamos, como no podía ser de otra forma, sobre la sensación que uno tenía del otro al vernos en persona.

Por mi cabeza, confieso, que por momentos sentía una cierta vergüenza : Estaba con una “niña” que aun no había cumplido los treinta. Yo podía perfectamente ser su padre ya que doblaba su edad.
Sin embargo ella pasaba por alto todo eso y más. La veía feliz, entregada.

Pasaron casi dos horas cuando de forma súbita y con cierta tristeza dijo : Tengo tantas cosas por hacer hoy. He dejado el piso con la limpieza a medias. La comida por hacer. Si no fuera por eso te invitaria.

- No hay problema – dije, evidentemente sin pensarlo.
- ¿No te importa? – pronunció, de inmediato. ¿Quieres venir a mi casa?
- uffff, - dije, ya pensando en la situación-, no se si …..
Volvió a tomar mi mano. Una mano pequeña, bronceada, con preciosos y frágiles dedos de uñas cortas y lacadas de azul. No dijo nada. Sus ojos lo dijeron todo.

Ella vive en un piso del Eixample. Una finca de las llamadas “regias”. El suelo del piso que ha heredado de sus abuelos maternos conserva las molduras y artesonados originales, alguna que otra columna de mármol y el suelo de baldosas hidráulicas.
Ella conoce muy bien mis gustos y aguarda en silencio mientras me delito observando tanta belleza muerta.
- Te gusta, - dice sonriendo- Sabía que te encantaría.
En el amplio salón inundado por los rayos del sol que se filtran por las cortinas hay una pintura que, como un potente imán, me atrae.
- Dios ¡¡¡ - exclamo, mientras ella suelta una carcajada – Es un Fortuny. ¿ No será una copia?
A un paso de distancia de mi, y tomándome de la cintura, mueve su cabeza.
No es una copia es un original.
Es fantástico.
- Te dejo – dice, complacida-, con el Fortuna. Ahora vengo.
- Si, bien – murmurando, mientras mis ojos no se apartan de la obra pictórica-.

Después de un tiempo – ignoro cuanto – aparece de nuevo.

Mis ojos se abren ampliamente ante lo que veo.
Ella, ha aparecido con un delantal que es la mínima expresión y ha sustituido las sandalias que calzaba por unos zapatos azules de fino tacón. Ese es todo su vestuario.

- ¿Sorprendido? – dice poniendo cara de ingénua-. Tengo que terminar la limpieza. ¿Recuerdas?
- Si, si, claro – atónito, respondo-. Lo había olvidado. Ya te ayudo.

- No, - dice – por favor siéntate en el sofá y si lo deseas observa como lo hago yo.

Enciendo un cigarrillo, y luego otro y otro. La observo detenidamente. Ella de vez en cuando intercambia una mirada y sonríe con satisfacción. De fondo el ruido del aspirador.
Se mueve premeditadamente de forma provocativa. Es un delicioso juego. En su bronceado, pequeño y apetitoso cuerpo destaca el blanco de las marcas que le ha dejado el tanga cuando toma el sol. Sus manos guían con destreza el niquelado tubo del aspirador.
Flexiona el cuerpo por la cintura para aspirar el polvo debajo de un enorme sillón orejero. Su redondeado culo se me ofrece en primer plano. Sus potentes y duros glúteos se mueven acompasadamente . Una última maldad ejecuta a la perfección, cuando en esa postura levanta la pierna izquierda para dejar en su ingle la manguera flexible del aspirador.
Permanece así unos minutos. Yo observo como la gruesa y larga manguera se mueve adelante y atrás entre sus piernas, rozando cada vez más su rasurado coño.
Gira levemente su cabeza hacia mi y mientras me lanza una libidinosa mirada juega con su lengua en el aire.
Yo permanezco sentado, observando su maldad, su juego de seducción. Dibujando aros de humo con mi boca.
Está muy excitada, cada vez más. Disfruta con la manguera rozando su húmedo coño.
De pronto suelta la manguera, para el aspirador. Sus tacones golpean el suelo hidráulico y ya frente a mi se levanta el delantal, arquea sus piernas y coloca su bello coño frente mi cara. Introduce dos dedos en el. Me muestra lo impregnados que han quedado de sus fluidos, se los lleva a la boca y después de chuparlos los mete en la mía.
Mmmmmm, el sabor es delicioso. Es una mezcla de flujo, sudor y perfume.

Sus ojos se clavan en mi pantalón y suelta una nueva carcajada al ver que ha conseguido lo que quería.

Ya sin dudarlo me pongo en pie y me dirijo a la aspiradora. Ella me observa con atención.
Me acerco hacia ella con la manguera flexible en mis manos y la pongo en marcha de nuevo.
Ella sonríe ya que ignora divertida que va a suceder.

La tumbo en el sofá dejándola solo “vestida” con los azules zapatos de tacón.
Instintivamente se abre de piernas y sus brazos se esconden detrás de su cabeza.
Acerco a unos cinco centímetros de su pecho la boca de la manguera.
El pecho es succionado por el aire, que se lo quiere tragar.
Sus tetas se mueven por la presión del aire, sus pezones se endurecen.
En el momento en que el la boca de la manguera se posa sobre una de sus tetas, ella se abalanza espontáneamente hacia delante y lanza un gemido de dolor.
Al retirar la manguera su seno está enrojecido, hinchado. El pezón se ha agrandado considerablemente.
Ahora le toca al otro.
- Mmmmm, me encanta, si – dice, entre jadeos-.
- Ahora verás – le digo, dirigiendo la manguera a su coño-.
Coloco la boca de la manguera alrededor de su coño y luego junto a su clítoris.
- Oh, por Dios, que gusto – repite una y otra vez-
Dedico más tiempo a su coño que a sus tetas, que aun están enrojecidas e hinchadas.
Ella se tira de los pezones mientras recibe el plácido “castigo” en su coño.

Luego su coño, justo encima de su clítoris que se ha dilatado exageradamente, está hinchado y algo morado por el efecto de la aspiración.

Dejando la manguera en el suelo me despojo de mis ropas dejando mi polla al aire.

- Mi amor – dice satisfecha – deja que tu puta saboree esa deliciosa polla.
Se atraganta de vez en cuando, se la quiere tragar. De su boca cuelgan abundantes hilos de saliva.
Cada vez estoy más excitado. Por mi mente pasa una idea que pongo en práctica de inmediato.
- Ahora verás – le digo, apartándome de ella.
El aspirador aun está en marcha.
Acerco la boca de la manguera a mi polla. Intento meterla dentro sin éxito.
- ¿Por que harán las mangueras tan pequeñas? – le digo algo molesto, mientras ella se levanta riendo-.
Vuelve con un chuchillo y sin titubear, corta la boca de la manguera.

- Bien, - dice – problema solucionado. Ya puedes meterla.
En efecto, consigo meter unos centímetros dentro de la manguera que al acercarse es succionada . Tengo la sensación que me están tragando.
Percibo como no se hincha, pero se alarga.
- Déjame ver – dice con perversa curiosidad – como se ha puesto.
Después de sacarla, se la muestro y está enrojecida.
- Mmmmmm, parece más larga – dice, después de mamarla un par de veces- . Más la quiero más larga.
Y es ella misma que la introduce de nuevo en la manguera.

Cuando ya no puedo soportar más la presión del aspirador, a duras penas después de pararlo consigo sacarla de la manguera.

- Ahora si, - dice muy satisfecha- . Me encanta, ha crecido en longitud.
Yo te la pondré bien dura para que folles el culo de tu puta preferida. ¿ Soy tu puta preferida? ¿Tu “niña” puta?

- Si, - llevado por la vorágine de la excitación – eres mi puta. La única. La niña puta. Chúpala que cuando esté lista entrará dentro de ti.

Con las piernas sobre mis hombro, mientras ella se masturba voy metiendo centímetro a centímetro mi polla. Lentamente. Retirándola, dilatando su culo y volviendo a meter un poco más que la vez anterior.
Cuando ya consigo penetrarla por completo, suavemente me muevo.

- Fuerte – dice como loca – quiero que me folles fuerte.
Tras varias embestidas y un intenso orgasmo de ella, que sigue masturbándose. Acerco mi palpitante polla a su boca, para propinarle varios tiros de semen en su interior.
Aun palpitando mi polla en el aire y dejando caer las últimas gotas sobre sus pechos, ella tiene un nuevo orgasmo. De su boca cuelgan gruesos y densos hilos de semen.

Cuando mi “niña” regrese de Paris, sabrá que se siente frente la tumba de Jim Morrison. Ya nada será igual.

ESA NIÑA

Esa niña, extraordinariamente curiosa, inquieta, que cuando me lee – eso dice ella – se vuelve loca, traslada su cuerpo, su mente y se sumerge en mis relatos.
Esa niña que se pone nerviosa cuando entra en mi blog y comprueba que hace mas de una semana que no he publicado nada.
Esa niña …
Ayer, después de un largo tiempo sin hablar, sin leernos, sin vernos nos divertimos.

Yo la observaba detenidamente, despiezándola, no dejando detalle alguno por ver.
Ella era consciente que era observada y eso la estremecía de placer.
Sus movimientos cada vez eran más eléctricos, se tiraba hacia atrás, mostrándome un precioso ombligo. Esa conexión con el alimento en los primeros indicios de la vida y que se rompió para vivir intensamente en éste mundo.

Su respiración profunda hace que sus pechos se hinchen. Esos pechos que desafían las leyes de la gravedad.

Sus manos sostienen un cigarrillo que una vez consumido es reemplazado por otro.
Fuma demasiado, pero fuma lo que le apetece.

Hacer lo que a uno le apetece es fundamental. Esa es la piedra en la que debe sustentarse la libertad. La prohibición es algo que detesto, por eso contemplo el entorno del BDSM a mi manera. Una forma de verlo anárquica, sin reglas, sin pautas, sin prohibiciones. Si tu me perteneces es por que quieres hacerlo, no por que yo lo imponga. Más aun, en mi jaula, en nuestra jaula, no hay paredes, tampoco puertas ni ventanas. Esa jaula esta en la mente. Solo se configura y desaparece con el deseo.

Haz siempre lo que te venga en gana. No es preciso que nada me cuentes. Nada de interrogatorios, nada de preguntas personales. Ve y vive con quien quieras. Juega el mayor tiempo posible y disfruta de ello con intensidad, con pasión. Jamás pregunto con quien has estado, con quien compartes esos momentos, quien te posee, …, con quien hablas, con quien caminas, … nada de eso me interesa, ni me incumbe.

Detesto – y bien lo sabes – la posesión excesiva, el control aunque sea en grado ínfimo. Respeto a quien lo hace y a quien se somete, pero no encajo en ese estilo de vida. Yo entiendo las cosas de forma distinta.

A medida que iba escribiendo un fluido caudal de palabras, de frases, observaba con satisfacción como tu comportamiento era totalmente asertivo. Tu me leías con atención, en silencio.

De pronto te pregunte : Niña, estas excitada, lo percibo.
- Si, lo estoy – dijiste -. Cuando te leo, viajo, vuelo, me siento trasladada al contexto de lo que escribes y eso hace que me sienta bien. Que me sienta excitada. Incluso sin tocarme, alcanzo el orgasmo leyendo tus relatos.
- Lo se – contesté - . Me gustaría que tuvieras un orgasmo diferente. Algo excepcional.
- Y a mi – dijiste , tras soltar una sonrisa-.

- Bien niña. ¿quieres hacer lo que te diga? – pregunté-.
Tu respuesta fue rápida y escueta mediante un rotundo si.

- Ve a por aceite de oliva y un calzador. Espero que tengas uno - dije deseándolo que fuera así – y que además sea de plástico.

Puso en movimiento su apetecible y joven cuerpo y fue a por el aceite de oliva y el calzador colocando ambos sobre la mesa, junto a su PC.

- ¿Que quieres que haga? – preguntó impaciente e inocentemente -.

- Estás excitada y eso se nota hasta en el movimiento de tus manos – le decía – mientras ella respondía con una espontánea sonrisa - . A través de tu blusa se percibe el sujetador, pero ninguna de las dos piezas es capaz de disimular que tienes los pechos hinchados y que tus pezones están duros y erguidos – más sonrisas por su parte - .
Al momento desabrochó su blusa y sujetador, saltando al aire dos preciosos pechos, erguidos. Los pezones duros y apuntándome descaradamente.
- Preciosos son – le dije agradeciéndole su espontaneidad -. Pon las manos sobre tu ingle y acaríciate por encima del tanga.
- Si – eso dijo y sin más se puso a acariciar su vagina.
Mientras yo le iba explicando que mi deseo era que alcanzara un estadio de placer sublime, como nunca antes había tenido, ella incrementaba el ritmo de sus toqueteos en su coño. También su respiración era más profunda y rápida. Sus tetas aumentaban de tamaño por la excitación y su cuello se ladeaba como muestra de placer.

- Ahora dime supongo que está mojado tu tanga – sin darme tiempo a proseguir respondió afirmativamente - . Quítatelo y ve metiendo en tu húmedo coño uno, dos, tres y cuatro dedos, …. y si te es posible tu mano. No tengas prisa, hazlo despacio. Con el pulgar apoyado el clítoris masajeado hasta que esté duro.

Pasaron unos minutos cuando me dijo que le era imposible meter su mano pero que había conseguido introducir en su coño cuatro dedos y que su clítoris estaba muy duro. Estaba empapada de fluidos que se derramaban por los muslos.
Me mostró su mano completamente mojada.

- A partir de ahora niña – le dije con mucho afecto – no intentes escribir para responderme. Dedica todo tu sentir a tu cuerpo, concéntrate en lo que vaya escribiendo y síguelo al pie de la letra. Si todo va según lo previsto pulsa cualquier letra del teclado. Así tendré conocimiento sin que pierdas el tiempo escribiendo tus sensaciones. Eso ya lo puedo ver.

Su respuesta fue - o - , lo que significaba que había comprendido y puesto en práctica lo dicho por mi.

- Quiero que continúes con lo que estas haciendo. Sigue masturbándote, metiendo esos 4 deditos en tu coño para que se dilate al máximo y masajea el clítoris para que alcance su mayor dureza y tamaño, como si se te fuera a salir.

Su respuesta no fue otra que el tecleo de una letra que aparecía en mi pantalla.

Yo le iba avanzando poco a poco con lo que se iba a encontrar pero sin dar excesivos detalles. Llegado un momento le dije que cuando ya estuviera a punto de explotar me avisara. Y así fue, al cabo de unos minutos tecleo una letra.

- Ahora toma el calzador y derrama unas gotas de aceite de oliva sobre el. Distribuye todo el aceite por la superficie del calzador para que este perfectamente lubricado.

Con sus empapadas manos tomó el calzador y derramado aceite sobre el lo esparció a lo largo y ancho.

- Bien – le dije – toma el calzador con tu mano e introduce la parte ancha en tu coño. Debes procurar que al meterlo toque la parte interior del clítoris. Sabrás que has alcanzado esa parte por que sentiras algo muy especial en tu cuerpo. Sentirás una sensación de gran placer.
Metió el calzador tal y como le dije en su rasurado coño y lo movió hasta alcanzar el punto preciso. Fue entonces cuando tecleo una letra, signo inequívoco de que había encontrado el punto indicado.

- Perfecto niña – dije con satisfacción contenida – Estupendo, ahora mueve el calzador ahí en esa parte de tu coño y aplica el ritmo que tu encuentres adecuado a tus sensaciones. Llegará un momento en que notarás algo extraño, algo que es nuevo para ti, algo que ocurre en el interior de tu vientre. Cuando eso ocurra sigue, no pares, solo teclea una letra.

Tardó menos de lo esperado cuando en mi pantalla apareció una letra que ella me enviaba.

- Niña no te asustes – le dije – tendrás en breve una cadena de orgasmos y te tu coño saldrá con fuerza varios chorros de liquido blanquecino. No es orín, es una mezcla de fluidos. Estarás eyaculando. Te estarás corriendo.

Ya no hubo tiempo para que me enviara letra alguna desde su teclado. En cuestión de segundos de su coño salieron unos pequeños chorros, lanzados con fuerza al exterior. Se separó de la mesa para no mancharla. Seguía moviendo velozmente el calzador en su coño y seguía corriéndose, su vientre se movía con espasmos y sus piernas temblaban.

Cuando terminó de su gran torrente de placer, quedó exhausta, agotada.

- Tranquila, no digas nada ,ni siquiera te molestes en teclear letra alguna. Lo que has hecho es algo excepcional. A partir de ahora podrás sentirlo siempre que quieras y tu nivel de placer, tu climax aumentará.

Después de recuperarse medianamente dijo : Ha sido excepcional. Gracias. Jamás había sentido nada igual. Aun estoy temblando y las piernas me dan “flojera”. Lo que ha salido de mi coño ha sido un líquido blanco y espeso, como leche.

Al leer esas palabras, me dio por reír. Reír con alegría. Ella también lo hizo.

Y tu, mujer. Si aún no lo has experimentado pruébalo. Inténtalo, investiga en tu cuerpo, aprende de ti.

viernes, 21 de agosto de 2009

REFLEXIONA Y DEJA TU COMENTARIO

La incertidumbre, lo desconocido motiva. Es excitante.

Dicen, y lo respeto obviamente, que son excitantes : la voz, el tacto, el olfato, ...

Ya tengo unos años y muchos en los chats. Después de todo ese tiempo y hablando en primera persona, lo que más me excita es la imagen. Una imagen parcial, provoca poner en funcionamiento partes de nuestro cerebro que ponen en marcha nuestro cuerpo. Ver lo que te agrada y no poder ver lo que quisieras deja una puerta cerrada y abre la imaginación. En el momento en que esa puerta se abre, se alcanza una “cresta” de excitación pero a continuación se alcanza el “valle”. Ya hay certeza y se ha descubierto el todo. De ahí que prefiero ver a medias. El contácto (piel con piel), poco me interesa. Eso es algo que está resuelto, que no descarto pero que en cualquier caso sería escribir la última página de un buen libro.

De otra parte, en mis “contados” intercambios visuales, siempre procuro que la otra parte alcance las mismas sensaciones que yo. Excitación por no poder ver el todo. Si esa experiencia es satisfactoria, es muy posible que cuando vayas por la calle, el transporte público como el metro, bus, ..., en un comercio, un museo, contemplando un escaparate, .... creas que esa persona quizás pueda ser quien viste en otras circunstancias. La desnudas con la mirada, crees que lo es, tienes dudas, miedo a acercarte y si en aquel momento aquella persona te mira por sentirse observada es cuando alcanzas excitación. ¿me acerco y directamente pregunto si es ...? ¿será o no será?. Preguntas y más preguntas inundan mi cabeza.

No lo hago, desvío la mirada, bajo la cabeza y cuando tomo el impulso de ir y preguntar, ya no está. Unos instantes en blanco y ya solo pienso en llegar a casa, abrir el PC y buscar para bombardear a preguntas a quien quizás tuve cerca y la vez tan lejos.

Si llega ese momento y en el ciber espacio me preguntas, seguramente mi respuesta después de una larga y estudiada pausa, será :

“ Estuviste muy cerca, cierto, pero se hubiera roto el encanto que aquí nos une. Puede que no fueras tu, o quizás si. Ni tu ni yo lo sabremos. Yo también tengo mis dudas y eso es lo que importa y nos excita.”