lunes, 24 de agosto de 2009

MI NIÑA PUTA

Nuestras conversaciones en privado giraban en torno a cualquier tema. A ella le encantaba leer cualquier cosa que yo escribiera. Era una “niña” con una insaciable curiosidad por saber.
En dos semanas viajaba a Paris con su pareja. Un chico joven, como ella. No me explicó más sobre el ya que le prohibí que lo hiciera. Solo me interesaba ella y sobre todo sus ansias de saber.
- Paris, excelente ciudad – le dije- que te sorprenderá por su belleza.
- Por favor, - con cierta excitación dijo -, ¿que me recomiendas visitar?
- Por supuesto los lugares típicos – le decía -. El Louvre, el Sagrado Corazón, Las Tullerías, el Barrio Latino, la pequeña iglesia de Saint Sulpice que te hará rememorar el “Código Da Vinci”, la plaza de L’Etôile, …., hay muchísimas cosas que ver en Paris…., Versailles.
Claro que también deberías de hacer un paseo en barco por el Sena. A ser posible al atardecer y debes tomarlo en el puente del Alma. Es precioso contemplar como cae el Sol justo en ese trayecto.
- Que ganas tengo de ir – decía, al tiempo que una increíble sonrisa se dibujaba en su pícaro rostro-. Aunque me gustaría ir contigo ….
- Quiero que visites el cementerio Lachaise, - dije con autoridad – y que cuando lo hagas vayas a tres de sus tumbas, les dediques cinco minutos a cada una de ella, en silencio, cerrando los ojos y pensando en mi.
- Sin duda lo haré – dijo un tanto asombrada -. ¿Pero cuales son esas tumbas?
- La de Edith Piaf, la del insustituible Jim Morrison y la del inigualable Ives Montand, - le detallaba, al tiempo que la nostalgia paseaba por mi mente-.
Unos días después de ésta conversación me dijo que cuando le pronuncié esos tres nombres, los cuales solo le sonaban vagamente, prefirió no manifestar que los desconocía y que se informaría de sus biografías en la red.
También me confesó que la que más le había conmovido era la de Morrison y que ahora comprendía la parte del relato “Un regalo” que hace un tiempo leyó en mi blog.
El relato en cuestión es :
“This is the end
La imagen del coronel Kurtz se difuminaba entre las sombras de la densa noche. Sólo su cabeza completamente rasurada captaba un halo de luz y mientras calmaba el asfixiante calor con un cazo de agua que derramaba sobre el cráneo, relataba a su asesino el sueño que tanto le atormentaba:
- …veo como mi cuerpo se desliza lentamente sobre el filo de una cuchilla de afeitar …
Frente a él, sorprendido, en silencio y con un profundo respeto aguardaba su verdugo. Unos segundos después varios golpes certeros acababan con la vida de Kurtz, pero su sueño perduraría en el tiempo.
Con el cuerpo bañado en sangre, la mirada perdida cogida de la mano de su alma se perdió la silueta del ejecutor.
En el aire se escuchaba la sintonía del inmarcesible Morrison que con su voz desgarrada y enloquecida nos hacia sentir que todos nos deslizamos por el filo de una cuchilla.”

Ya a punto te terminar la conversación, me dijo : Hoy es viernes y me gustaría pedirte algo.
- Bien – dije, de forma escueta-. Que quieres.
Si es posible, mañana sábado podríamos compartir unos minutos charlando mientras tomamos algo en esa terraza a la que sueles ir.
- Ah ya, - dije instantáneamente- . La que hay frente al hotel Onix en rambla Catalunya.
- Exactamente, - respondío de forma vivaz-
Al día siguiente, al mediodía aconteció nuestro primer encuentro, en persona.
Ya hacía unos minutos que disfrutaba de un café y de la lectura del periódico cuando cuando se acercó la “niña”.
Una preciosidad. Me levanté y después de besarla en la suave y cálida mejilla e impregnarme del delicioso aroma que destilaba su piel le retiré la silla para acomodarla seguidamente.
Ella debió darse cuenta ,que el verde de mis ojos se iluminaba ya que una vez sentados el uno frente al otro cogió mi mano , la acercó a su cara y la besó.
Ese gesto me desconcertó por unos momentos.

Charlamos, como no podía ser de otra forma, sobre la sensación que uno tenía del otro al vernos en persona.

Por mi cabeza, confieso, que por momentos sentía una cierta vergüenza : Estaba con una “niña” que aun no había cumplido los treinta. Yo podía perfectamente ser su padre ya que doblaba su edad.
Sin embargo ella pasaba por alto todo eso y más. La veía feliz, entregada.

Pasaron casi dos horas cuando de forma súbita y con cierta tristeza dijo : Tengo tantas cosas por hacer hoy. He dejado el piso con la limpieza a medias. La comida por hacer. Si no fuera por eso te invitaria.

- No hay problema – dije, evidentemente sin pensarlo.
- ¿No te importa? – pronunció, de inmediato. ¿Quieres venir a mi casa?
- uffff, - dije, ya pensando en la situación-, no se si …..
Volvió a tomar mi mano. Una mano pequeña, bronceada, con preciosos y frágiles dedos de uñas cortas y lacadas de azul. No dijo nada. Sus ojos lo dijeron todo.

Ella vive en un piso del Eixample. Una finca de las llamadas “regias”. El suelo del piso que ha heredado de sus abuelos maternos conserva las molduras y artesonados originales, alguna que otra columna de mármol y el suelo de baldosas hidráulicas.
Ella conoce muy bien mis gustos y aguarda en silencio mientras me delito observando tanta belleza muerta.
- Te gusta, - dice sonriendo- Sabía que te encantaría.
En el amplio salón inundado por los rayos del sol que se filtran por las cortinas hay una pintura que, como un potente imán, me atrae.
- Dios ¡¡¡ - exclamo, mientras ella suelta una carcajada – Es un Fortuny. ¿ No será una copia?
A un paso de distancia de mi, y tomándome de la cintura, mueve su cabeza.
No es una copia es un original.
Es fantástico.
- Te dejo – dice, complacida-, con el Fortuna. Ahora vengo.
- Si, bien – murmurando, mientras mis ojos no se apartan de la obra pictórica-.

Después de un tiempo – ignoro cuanto – aparece de nuevo.

Mis ojos se abren ampliamente ante lo que veo.
Ella, ha aparecido con un delantal que es la mínima expresión y ha sustituido las sandalias que calzaba por unos zapatos azules de fino tacón. Ese es todo su vestuario.

- ¿Sorprendido? – dice poniendo cara de ingénua-. Tengo que terminar la limpieza. ¿Recuerdas?
- Si, si, claro – atónito, respondo-. Lo había olvidado. Ya te ayudo.

- No, - dice – por favor siéntate en el sofá y si lo deseas observa como lo hago yo.

Enciendo un cigarrillo, y luego otro y otro. La observo detenidamente. Ella de vez en cuando intercambia una mirada y sonríe con satisfacción. De fondo el ruido del aspirador.
Se mueve premeditadamente de forma provocativa. Es un delicioso juego. En su bronceado, pequeño y apetitoso cuerpo destaca el blanco de las marcas que le ha dejado el tanga cuando toma el sol. Sus manos guían con destreza el niquelado tubo del aspirador.
Flexiona el cuerpo por la cintura para aspirar el polvo debajo de un enorme sillón orejero. Su redondeado culo se me ofrece en primer plano. Sus potentes y duros glúteos se mueven acompasadamente . Una última maldad ejecuta a la perfección, cuando en esa postura levanta la pierna izquierda para dejar en su ingle la manguera flexible del aspirador.
Permanece así unos minutos. Yo observo como la gruesa y larga manguera se mueve adelante y atrás entre sus piernas, rozando cada vez más su rasurado coño.
Gira levemente su cabeza hacia mi y mientras me lanza una libidinosa mirada juega con su lengua en el aire.
Yo permanezco sentado, observando su maldad, su juego de seducción. Dibujando aros de humo con mi boca.
Está muy excitada, cada vez más. Disfruta con la manguera rozando su húmedo coño.
De pronto suelta la manguera, para el aspirador. Sus tacones golpean el suelo hidráulico y ya frente a mi se levanta el delantal, arquea sus piernas y coloca su bello coño frente mi cara. Introduce dos dedos en el. Me muestra lo impregnados que han quedado de sus fluidos, se los lleva a la boca y después de chuparlos los mete en la mía.
Mmmmmm, el sabor es delicioso. Es una mezcla de flujo, sudor y perfume.

Sus ojos se clavan en mi pantalón y suelta una nueva carcajada al ver que ha conseguido lo que quería.

Ya sin dudarlo me pongo en pie y me dirijo a la aspiradora. Ella me observa con atención.
Me acerco hacia ella con la manguera flexible en mis manos y la pongo en marcha de nuevo.
Ella sonríe ya que ignora divertida que va a suceder.

La tumbo en el sofá dejándola solo “vestida” con los azules zapatos de tacón.
Instintivamente se abre de piernas y sus brazos se esconden detrás de su cabeza.
Acerco a unos cinco centímetros de su pecho la boca de la manguera.
El pecho es succionado por el aire, que se lo quiere tragar.
Sus tetas se mueven por la presión del aire, sus pezones se endurecen.
En el momento en que el la boca de la manguera se posa sobre una de sus tetas, ella se abalanza espontáneamente hacia delante y lanza un gemido de dolor.
Al retirar la manguera su seno está enrojecido, hinchado. El pezón se ha agrandado considerablemente.
Ahora le toca al otro.
- Mmmmm, me encanta, si – dice, entre jadeos-.
- Ahora verás – le digo, dirigiendo la manguera a su coño-.
Coloco la boca de la manguera alrededor de su coño y luego junto a su clítoris.
- Oh, por Dios, que gusto – repite una y otra vez-
Dedico más tiempo a su coño que a sus tetas, que aun están enrojecidas e hinchadas.
Ella se tira de los pezones mientras recibe el plácido “castigo” en su coño.

Luego su coño, justo encima de su clítoris que se ha dilatado exageradamente, está hinchado y algo morado por el efecto de la aspiración.

Dejando la manguera en el suelo me despojo de mis ropas dejando mi polla al aire.

- Mi amor – dice satisfecha – deja que tu puta saboree esa deliciosa polla.
Se atraganta de vez en cuando, se la quiere tragar. De su boca cuelgan abundantes hilos de saliva.
Cada vez estoy más excitado. Por mi mente pasa una idea que pongo en práctica de inmediato.
- Ahora verás – le digo, apartándome de ella.
El aspirador aun está en marcha.
Acerco la boca de la manguera a mi polla. Intento meterla dentro sin éxito.
- ¿Por que harán las mangueras tan pequeñas? – le digo algo molesto, mientras ella se levanta riendo-.
Vuelve con un chuchillo y sin titubear, corta la boca de la manguera.

- Bien, - dice – problema solucionado. Ya puedes meterla.
En efecto, consigo meter unos centímetros dentro de la manguera que al acercarse es succionada . Tengo la sensación que me están tragando.
Percibo como no se hincha, pero se alarga.
- Déjame ver – dice con perversa curiosidad – como se ha puesto.
Después de sacarla, se la muestro y está enrojecida.
- Mmmmmm, parece más larga – dice, después de mamarla un par de veces- . Más la quiero más larga.
Y es ella misma que la introduce de nuevo en la manguera.

Cuando ya no puedo soportar más la presión del aspirador, a duras penas después de pararlo consigo sacarla de la manguera.

- Ahora si, - dice muy satisfecha- . Me encanta, ha crecido en longitud.
Yo te la pondré bien dura para que folles el culo de tu puta preferida. ¿ Soy tu puta preferida? ¿Tu “niña” puta?

- Si, - llevado por la vorágine de la excitación – eres mi puta. La única. La niña puta. Chúpala que cuando esté lista entrará dentro de ti.

Con las piernas sobre mis hombro, mientras ella se masturba voy metiendo centímetro a centímetro mi polla. Lentamente. Retirándola, dilatando su culo y volviendo a meter un poco más que la vez anterior.
Cuando ya consigo penetrarla por completo, suavemente me muevo.

- Fuerte – dice como loca – quiero que me folles fuerte.
Tras varias embestidas y un intenso orgasmo de ella, que sigue masturbándose. Acerco mi palpitante polla a su boca, para propinarle varios tiros de semen en su interior.
Aun palpitando mi polla en el aire y dejando caer las últimas gotas sobre sus pechos, ella tiene un nuevo orgasmo. De su boca cuelgan gruesos y densos hilos de semen.

Cuando mi “niña” regrese de Paris, sabrá que se siente frente la tumba de Jim Morrison. Ya nada será igual.

ESA NIÑA

Esa niña, extraordinariamente curiosa, inquieta, que cuando me lee – eso dice ella – se vuelve loca, traslada su cuerpo, su mente y se sumerge en mis relatos.
Esa niña que se pone nerviosa cuando entra en mi blog y comprueba que hace mas de una semana que no he publicado nada.
Esa niña …
Ayer, después de un largo tiempo sin hablar, sin leernos, sin vernos nos divertimos.

Yo la observaba detenidamente, despiezándola, no dejando detalle alguno por ver.
Ella era consciente que era observada y eso la estremecía de placer.
Sus movimientos cada vez eran más eléctricos, se tiraba hacia atrás, mostrándome un precioso ombligo. Esa conexión con el alimento en los primeros indicios de la vida y que se rompió para vivir intensamente en éste mundo.

Su respiración profunda hace que sus pechos se hinchen. Esos pechos que desafían las leyes de la gravedad.

Sus manos sostienen un cigarrillo que una vez consumido es reemplazado por otro.
Fuma demasiado, pero fuma lo que le apetece.

Hacer lo que a uno le apetece es fundamental. Esa es la piedra en la que debe sustentarse la libertad. La prohibición es algo que detesto, por eso contemplo el entorno del BDSM a mi manera. Una forma de verlo anárquica, sin reglas, sin pautas, sin prohibiciones. Si tu me perteneces es por que quieres hacerlo, no por que yo lo imponga. Más aun, en mi jaula, en nuestra jaula, no hay paredes, tampoco puertas ni ventanas. Esa jaula esta en la mente. Solo se configura y desaparece con el deseo.

Haz siempre lo que te venga en gana. No es preciso que nada me cuentes. Nada de interrogatorios, nada de preguntas personales. Ve y vive con quien quieras. Juega el mayor tiempo posible y disfruta de ello con intensidad, con pasión. Jamás pregunto con quien has estado, con quien compartes esos momentos, quien te posee, …, con quien hablas, con quien caminas, … nada de eso me interesa, ni me incumbe.

Detesto – y bien lo sabes – la posesión excesiva, el control aunque sea en grado ínfimo. Respeto a quien lo hace y a quien se somete, pero no encajo en ese estilo de vida. Yo entiendo las cosas de forma distinta.

A medida que iba escribiendo un fluido caudal de palabras, de frases, observaba con satisfacción como tu comportamiento era totalmente asertivo. Tu me leías con atención, en silencio.

De pronto te pregunte : Niña, estas excitada, lo percibo.
- Si, lo estoy – dijiste -. Cuando te leo, viajo, vuelo, me siento trasladada al contexto de lo que escribes y eso hace que me sienta bien. Que me sienta excitada. Incluso sin tocarme, alcanzo el orgasmo leyendo tus relatos.
- Lo se – contesté - . Me gustaría que tuvieras un orgasmo diferente. Algo excepcional.
- Y a mi – dijiste , tras soltar una sonrisa-.

- Bien niña. ¿quieres hacer lo que te diga? – pregunté-.
Tu respuesta fue rápida y escueta mediante un rotundo si.

- Ve a por aceite de oliva y un calzador. Espero que tengas uno - dije deseándolo que fuera así – y que además sea de plástico.

Puso en movimiento su apetecible y joven cuerpo y fue a por el aceite de oliva y el calzador colocando ambos sobre la mesa, junto a su PC.

- ¿Que quieres que haga? – preguntó impaciente e inocentemente -.

- Estás excitada y eso se nota hasta en el movimiento de tus manos – le decía – mientras ella respondía con una espontánea sonrisa - . A través de tu blusa se percibe el sujetador, pero ninguna de las dos piezas es capaz de disimular que tienes los pechos hinchados y que tus pezones están duros y erguidos – más sonrisas por su parte - .
Al momento desabrochó su blusa y sujetador, saltando al aire dos preciosos pechos, erguidos. Los pezones duros y apuntándome descaradamente.
- Preciosos son – le dije agradeciéndole su espontaneidad -. Pon las manos sobre tu ingle y acaríciate por encima del tanga.
- Si – eso dijo y sin más se puso a acariciar su vagina.
Mientras yo le iba explicando que mi deseo era que alcanzara un estadio de placer sublime, como nunca antes había tenido, ella incrementaba el ritmo de sus toqueteos en su coño. También su respiración era más profunda y rápida. Sus tetas aumentaban de tamaño por la excitación y su cuello se ladeaba como muestra de placer.

- Ahora dime supongo que está mojado tu tanga – sin darme tiempo a proseguir respondió afirmativamente - . Quítatelo y ve metiendo en tu húmedo coño uno, dos, tres y cuatro dedos, …. y si te es posible tu mano. No tengas prisa, hazlo despacio. Con el pulgar apoyado el clítoris masajeado hasta que esté duro.

Pasaron unos minutos cuando me dijo que le era imposible meter su mano pero que había conseguido introducir en su coño cuatro dedos y que su clítoris estaba muy duro. Estaba empapada de fluidos que se derramaban por los muslos.
Me mostró su mano completamente mojada.

- A partir de ahora niña – le dije con mucho afecto – no intentes escribir para responderme. Dedica todo tu sentir a tu cuerpo, concéntrate en lo que vaya escribiendo y síguelo al pie de la letra. Si todo va según lo previsto pulsa cualquier letra del teclado. Así tendré conocimiento sin que pierdas el tiempo escribiendo tus sensaciones. Eso ya lo puedo ver.

Su respuesta fue - o - , lo que significaba que había comprendido y puesto en práctica lo dicho por mi.

- Quiero que continúes con lo que estas haciendo. Sigue masturbándote, metiendo esos 4 deditos en tu coño para que se dilate al máximo y masajea el clítoris para que alcance su mayor dureza y tamaño, como si se te fuera a salir.

Su respuesta no fue otra que el tecleo de una letra que aparecía en mi pantalla.

Yo le iba avanzando poco a poco con lo que se iba a encontrar pero sin dar excesivos detalles. Llegado un momento le dije que cuando ya estuviera a punto de explotar me avisara. Y así fue, al cabo de unos minutos tecleo una letra.

- Ahora toma el calzador y derrama unas gotas de aceite de oliva sobre el. Distribuye todo el aceite por la superficie del calzador para que este perfectamente lubricado.

Con sus empapadas manos tomó el calzador y derramado aceite sobre el lo esparció a lo largo y ancho.

- Bien – le dije – toma el calzador con tu mano e introduce la parte ancha en tu coño. Debes procurar que al meterlo toque la parte interior del clítoris. Sabrás que has alcanzado esa parte por que sentiras algo muy especial en tu cuerpo. Sentirás una sensación de gran placer.
Metió el calzador tal y como le dije en su rasurado coño y lo movió hasta alcanzar el punto preciso. Fue entonces cuando tecleo una letra, signo inequívoco de que había encontrado el punto indicado.

- Perfecto niña – dije con satisfacción contenida – Estupendo, ahora mueve el calzador ahí en esa parte de tu coño y aplica el ritmo que tu encuentres adecuado a tus sensaciones. Llegará un momento en que notarás algo extraño, algo que es nuevo para ti, algo que ocurre en el interior de tu vientre. Cuando eso ocurra sigue, no pares, solo teclea una letra.

Tardó menos de lo esperado cuando en mi pantalla apareció una letra que ella me enviaba.

- Niña no te asustes – le dije – tendrás en breve una cadena de orgasmos y te tu coño saldrá con fuerza varios chorros de liquido blanquecino. No es orín, es una mezcla de fluidos. Estarás eyaculando. Te estarás corriendo.

Ya no hubo tiempo para que me enviara letra alguna desde su teclado. En cuestión de segundos de su coño salieron unos pequeños chorros, lanzados con fuerza al exterior. Se separó de la mesa para no mancharla. Seguía moviendo velozmente el calzador en su coño y seguía corriéndose, su vientre se movía con espasmos y sus piernas temblaban.

Cuando terminó de su gran torrente de placer, quedó exhausta, agotada.

- Tranquila, no digas nada ,ni siquiera te molestes en teclear letra alguna. Lo que has hecho es algo excepcional. A partir de ahora podrás sentirlo siempre que quieras y tu nivel de placer, tu climax aumentará.

Después de recuperarse medianamente dijo : Ha sido excepcional. Gracias. Jamás había sentido nada igual. Aun estoy temblando y las piernas me dan “flojera”. Lo que ha salido de mi coño ha sido un líquido blanco y espeso, como leche.

Al leer esas palabras, me dio por reír. Reír con alegría. Ella también lo hizo.

Y tu, mujer. Si aún no lo has experimentado pruébalo. Inténtalo, investiga en tu cuerpo, aprende de ti.

viernes, 21 de agosto de 2009

REFLEXIONA Y DEJA TU COMENTARIO

La incertidumbre, lo desconocido motiva. Es excitante.

Dicen, y lo respeto obviamente, que son excitantes : la voz, el tacto, el olfato, ...

Ya tengo unos años y muchos en los chats. Después de todo ese tiempo y hablando en primera persona, lo que más me excita es la imagen. Una imagen parcial, provoca poner en funcionamiento partes de nuestro cerebro que ponen en marcha nuestro cuerpo. Ver lo que te agrada y no poder ver lo que quisieras deja una puerta cerrada y abre la imaginación. En el momento en que esa puerta se abre, se alcanza una “cresta” de excitación pero a continuación se alcanza el “valle”. Ya hay certeza y se ha descubierto el todo. De ahí que prefiero ver a medias. El contácto (piel con piel), poco me interesa. Eso es algo que está resuelto, que no descarto pero que en cualquier caso sería escribir la última página de un buen libro.

De otra parte, en mis “contados” intercambios visuales, siempre procuro que la otra parte alcance las mismas sensaciones que yo. Excitación por no poder ver el todo. Si esa experiencia es satisfactoria, es muy posible que cuando vayas por la calle, el transporte público como el metro, bus, ..., en un comercio, un museo, contemplando un escaparate, .... creas que esa persona quizás pueda ser quien viste en otras circunstancias. La desnudas con la mirada, crees que lo es, tienes dudas, miedo a acercarte y si en aquel momento aquella persona te mira por sentirse observada es cuando alcanzas excitación. ¿me acerco y directamente pregunto si es ...? ¿será o no será?. Preguntas y más preguntas inundan mi cabeza.

No lo hago, desvío la mirada, bajo la cabeza y cuando tomo el impulso de ir y preguntar, ya no está. Unos instantes en blanco y ya solo pienso en llegar a casa, abrir el PC y buscar para bombardear a preguntas a quien quizás tuve cerca y la vez tan lejos.

Si llega ese momento y en el ciber espacio me preguntas, seguramente mi respuesta después de una larga y estudiada pausa, será :

“ Estuviste muy cerca, cierto, pero se hubiera roto el encanto que aquí nos une. Puede que no fueras tu, o quizás si. Ni tu ni yo lo sabremos. Yo también tengo mis dudas y eso es lo que importa y nos excita.”

jueves, 20 de agosto de 2009

EXHIBICIONISMO


Exhibirme es algo que es muy excitante - según para quien, claro-.
Ahora me apetecía y dicho y ...

UN DIA DE COMPRAS

Tal día como hoy, aproveché que estaba cerca de plaza Catalunya para acercarme a unos grandes almacenes.
Siguiendo el rigor de no hacer publicidad gratuita no diré a que almacenes me refiero.
En la calle el calor era asfixiante. El termómetro de Portal del Angel marcaba por encima de los 32 ºC lo que añadido a la humedad propia del mes de agosto propiciaba que la temperatura real sentida fuese de unos cuantos grados más.
Ya en el interior de los almacenes dejando atrás la mezcla de perfumes que reina en la planta baja, y a las super maquilladas señoritas que están parapetadas tras los mostradores de las fragancias, fui transportado por la escalera mecánica a la planta superior y así hasta llegar a mi destino.
En el cruce con la escalera de bajada escuché como me llamaban por mi nombre de pila. Giré mi vista y …. ¡¡¡ caramba¡¡¡ …. María.
Con gestos nos dejamos claro que me esperase en la planta hasta que yo tomara la escalera de bajada.
Un abrazo, un par de besos …. María. Si era María la de Figueres, compañera de estudios y que ignoraba que era de su vida desde que terminamos la carrera.
María es una mujer esbelta, de unos 40 años, si bien aparenta 35 como mucho. Delgada, rubia auténtica y de ojos azules casi transparentes. Tanto el color del cabello como el de sus ojos son debidos a la ascendencia nórdica por parte de madre.
María estaba elegantísima, calzando unos zapatos rojos y de alto tacón a juego con todo el vestuario.
- Estás preciosa Maria – le dije con una sonrisa amplia-, y muy bronceada. Debes pasarte el día en la playa.
- No, nada de eso. Mi trabajo no me permite ir a la playa, pero si tengo una cabina de rayos UVA.

Sentados en la terraza de los almacenes , frente unos refresco, reímos recordando la época de estudiantes y explicándonos mutuamente la trayectoria de nuestras respectivas vidas hasta la fecha.

- Cuando me crucé contigo en las escaleras – dijo María- había terminado de hacer unas compras y me están esperando para que las lleve a casa. Ven conmigo y así podemos seguir conversando.

Yo tenía tiempo de sobra y accedí. Llegamos al destino en breves minutos que aun parecieron ser menos ya que no paramos ni un solo instante de hablar.
De su bolso Loewe de color rojo, sacó un juego de llaves para abrir la puerta que daba acceso al “hall” de la comunidad. Era un edificio regio sito en la calle Balmes y muy cerca de la plaza Catalunya.
Ya en el ascensor colocó su dedo largo, bronceado y terminado con una larga uña en rojo, sobre el botón que indicaba Atico.

Las manos siempre han sido una de mis obsesiones, también los pies, claro. Sus manos algo huesudas eran amplias, cargadas en exceso de anillos y pulseras que sonaban a cualquier movimiento.

Al llegar al ático, abrió la única puerta que había en esa planta y dejando la bolsa de compra sobre un aparador me dijo : Espera en ésta salita por favor, solo será un momento. Voy a avisar que ya estoy en casa.

Estando en la salita, encendí un cigarrillo y eché un vistazo a las revistas que había sobre una mesita de vidrio : Interviú, Playboy, Private …. Eso era lo que había para leer.
Sonriendo al tiempo que movía levemente la cabeza pensaba : por Dios, hay que ver María con esas revistas.

De fondo me pareció escuchar alguna voz, aunque debo confesar que no paré demasiada atención. De lo que estaba seguro es que era una voz de mujer y joven.
- Será su hija – me dije.

Al momento llegó María cuando en mis manos sostenía el desplegable de la página central de Playboy, donde se encontraba la esplendida desnudez de Erika Eleniak, una rubia espectacular que tuvo sus momentos de gloria en la gran pantalla.

- Vaya veo que te siguen gustando las mujeres – dijo María soltando una carcajada que dejaba a la vista su blanca y poderosa dentadura-. Que pillo eres. Nunca cambiarás.
Se adelantó y yo tras sus pasos ,observando como contoneaba su esplendido trasero embutido en aquella falda de tubo la seguí mientras el chasquido del regio parket sonaba a cada paso.

Llegamos a una habitación de grandes dimensiones y que constaba de una “chaise-long” de 5 piezas; una mesa circular; dos grandes butacas; una gran cama redonda y en una esquina una bañera spa.
- Disculpa que nos quedemos aquí – otra vez volvía a reír estrepitosamente -, pero es que ésta es la habitación más grande y estaremos más cómodos.
No pude evitar preguntarle a que se dedicaba, ya que no podía salir de mi asombro.

- Regento un negocio de prostitución de lujo – me dijo con una breve y leve sonrisa-.Si así es ,una “casa de putas” – ahora si estalló en una nueva carcajada que también me contaminó-. En la bolsa traía algunas cosas para las “chicas”.

Ni que decir cabe que yo estaba atónito, sorprendido, estupefacto y sin palabras.

- ¿Quieres conocer a mis “chicas” ?
- María – dije titubeando- yo no … pensaba … . María, si quieres puedes presentármelas, estaré encantado, pero yo no ….

- Tranquilo, no te preocupes – dijo apoyando su mano en mi muslo- jamás te cobraría. Solo quiero que las conozcas.

- Bien – es lo único que fui capaz de decir.
Dio un par de palmadas y de inmediato escuché como varios tacones hacían chirriar el viejo parket del pasillo. En mi garganta había un nudo. Debo confesar que estaba perplejo, nervioso, algo aturdido.

Los pasos cada vez indicaban mayor proximidad y estando mis ojos apuntando al suelo, supongo que por vergüenza, aparecieron los primeros zapatos de tacón culpables del ruido sobre la madera. Luego otro par.
Alzando la vista lentamente, recorrí las piernas de las dos señoritas que estaban frente a mi.

- Hola me llamo Merçe – dijo una -. Yo Mireia – dijo la otra.
Me levanté y les di la mano a ambas así como un par de besos en las mejillas. El olor que desprendían aquellas mujeres era embriagador.

Tanto una como otra estaban cubiertas con una bata de seda. Un cinturón ceñía su cintura.
Ambas se sentaron en las amplias butacas y cruzando sus piernas simultáneamente me ofrecían una perspectiva totalmente lujuriosa.

- Bien – dijo María – estas son dos de mis “chicas”, falta Astrid, pero ella solo trabaja algunos días a la semana. Quizás algún día la conozcas, es una chica holandesa muy culta y atractiva. Seguro que te gustará.
María estuvo explicándoles de que nos conocíamos y contándoles alguna que otra anécdota de la universidad cuando llegado un punto les dijo : este caballero que veis aquí tan remilgado, educado y cortés es un gamberro de mucho cuidado.

- No te importará – decía mirándome con cara perversa – que les cuente lo vicioso y cachondo que eras o que quizás aun eres.

Yo no sabía si reír, levantarme, mirar el reloj y buscar una excusa para marcharme, pero ella estaba en lo cierto. Seguía y sigo siendo vicioso y cachondo. Así que solo sonreí y me escondí detrás de un nuevo cigarrillo.

De pronto María se levantó y dándole la espalda a una de sus chicas le pidió que le desabrochara el vestido. En cuestión de segundos María estaba desnuda, luciendo un precioso sujetador sobre sus pequeños senos y un tanga que solo cubría si ingle dejando al descubierto aquel imponente trasero de dos perfectas y duras esferas.

Abierta de piernas se colocó sobre las mías dejándome inmovilizado. Me miraba fijamente a los ojos. Pasaba mi lengua por mi cara mientras con sus manos me deshacía el nudo de la corbata y comenzaba a desabrochar los botones de mi camisa.
El escaso margen que me dejaba su rubia cabellera me dejaba ver como Mireia y Mercé se estaban besando.

- Mmmmmm noto como se te está hinchado esa cosa que hace tanto que no disfruto cabrón – dijo María mientras seguía aprisionándome con sus piernas-. Siempre te ha gustado tanto mi culo que con solo posarlo sobre tu polla noto como se te está poniendo.

Debo aclarar que yo jamás bebo alcohol y que ellas si se habían tomado unas copas de bourbon. Además Mireia, la más joven, que apenas debería tener los 25 años se había fumado un “porro”.

En un abrir y cerrar de ojos estábamos María y yo en la cama. Las otras dos señoritas de compañía seguían a lo suyo. Completamente desnudas, de pie, besándose apasionadamente, toqueteándose los respectivos coños. Mireia era de complexión delgada. Una chica menuda, pero cono un coño tremendo, enorme. Mercé en cambio, era de complexión fuerte, con unas tetas de escándalo. Posiblemente una talla 110 C.

María y yo estábamos haciendo lo que vulgarmente se llama un “69”. Aun recuerdo como sabe su coño. Un manjar. Labios gruesos y clítoris pequeño y duro.
Transcurridos unos minutos cuando tenía mi polla dura, hinchada y completamente empapada por su saliva , con un movimiento felino se colocó a “cuatro patas” sobre la cama y de forma despiadada y grosera tras mojar sus dedos con abundante saliva, empapando su culo, me dijo : métemela hasta el fondo de mi culo. De forma brutal. Entera, la quiero sentir toda dentro de mi.

Yo estaba como loco. Con una mano tome mi polla y posando la punta del brillante y azulado prepucio justo en su ano, la embestí sin piedad.

María lanzó un grito mezcla de dolor y placer. Mientras la embestía una y otra vez ella observaba a la pareja de chicas que como posesas no dejaban de manosearse y besarse.

- Vosotras dos. Putas, que sois unas putas, venid aquí. Tu métele la lengua a este cabronazo en el culo y tu ven aquí que quiero comerte las tetas mientras te tocas el coño.

Parecía que las tres estaban habituadas a insultarse y hablar de forma grosera en esos momentos de lujuria y placer desbocado.

María era por su condición la que mandaba y organizaba la orgía.
- Tu Mireia deja ya de comerle el culo y chúpale ese pollón. Disfruta de los jugos de mi culo hasta dejarle la polla bien limpia.

- Ahora cabrón – como loca me dijo María – quiero que nos folles a las tres.

Primero me tocó hacerlo con María que tras “ordenarme” que ya era suficiente y que lo hiciera con Mercé , ella se masturbaba.
María controlaba la situación ya que tras estar solo unos minutos me ordenó descabalgar y tomar a Mireia.
Por dios que coño tenía aquella jovencita. Era brutal, enorme. Un clítoris descomunal.
Yo estaba asombrado del tamaño que la naturaleza le había concedido mientras se la metía y sacaba lentamente para no correrme.
En un momento dado, le dije a María que ya no podía aguantar más.
-Esperate, nos tumbaremos las tres aquí – dijo María – una junto a la otra y mientras nos pajeamos tu nos imitas y repartes tu leche sobre nuestros cuerpos.
Sin decir nada pero confirmando su sentencia me coloqué de pies observándolas y jadeando mientras me masturbaba con fuerza hasta que lanzando un grito contenido salieron varios latigazos de leche sobre los cuerpos de aquellas mujeres que observándolo lanzaban palabras soeces al tiempo que se masturbaban.

Inmediatamente después de esa primera eyaculación seguí masturbándome. Aun estaba con la polla completamente dura e hinchada. Ellas hacían lo propio y tenían alternativos orgasmos cuando de nuevo volví a correrme quizás con más fuerza que la vez anterior.

Agotado me deje caer en la cama sobre los pies de aquellas tres “señoritas”.

Nunca más he vuelto a ver ni a María, ni a Mireia, ni a Mercé y tampoco llegué a conocer a Astrid.

1984

En 1948 Orwell vislumbró la sociedad de 1984. Novela sobre la que se basarían algunos de los recientes “reality show” . El “Gran Hermano”, ese ojo que como si de un Dios se tratase, todo lo ve, todo lo controla.

Desde mi participación en la sala siempre tuve un especial contácto con Beatriz, de la cual se derivó una intensa relación cibernética. Ambos somos parecidos en la forma de ver la vida y con gustos similares.

Recientemente nos visitó Sara, una mujer de unos 24 años, simpática y con una curiosidad insaciable.

Sara, conversaba mucho con Beatriz y en sus “privados” comentaban como era tal o cual persona de la sala. Algo que a nadie debe sorprender pues es típico en nuestra sala y en cualquier otra. Sara preguntaba y Beatriz le daba su punto de vista.
Ya podréis deducir que de eso me enteré a posteriori. Lo que sé de Sara me lo contó ella misma.

Beatriz y yo nos habíamos visto en muchas ocasiones por la webcam. A ella le encanta mirar y a mi me encanta mostrar.
Ese aspecto también era conocido por Sara y comentaba con Beatriz, que le gustaría verme. Beatriz me había “vendido” excesivamente bien, a mi entender, lo que alimentaba la curiosidad de Sara.

Un viernes, habíamos quedado en encontrarnos en la sala a eso de las 23.00, y así fue.

Cuando entré, allí estaban Sara y Beatriz. Saludos iniciales a los habituales de la sala y al instante me llegó un mensaje privado de Beatriz.

- Hola men, tengo una sorpresa para ti

- ¿Que tipo de sorpresa me has preparado, Bea ?

Me envío su webcam y al recibir las imágenes me encontré con alguien desconocido.

- Men te presento a Sara

Sara, mostraba su rostro joven de piel cetrina, cabello muy negro y liso , sus labios gruesos, exageradamente pintados de carmín y una sonrisa un tanto alocada.

Mientras veía a Sara, junto a ella aparecía fugazmente Beatriz, también muy alegre.
Las dos soltaban carcajadas y alguna lagrima de alegría resbalaba por las mejillas de Sara que ella limpiaba con su mano.

Asi, sin más y estando ya en conferencia, les pregunté :

¿ Que hacéis las dos ahí?

Ummmm – dijo Bea – te esperábamos a ti cielo. (más risas)

A ver mensall, hemos cenado juntas en mi casa.

Y ahora queremos ver tu culito – dijo Sara – y bueno algo más también (otra vez las risas)

Beatriz, sabía de mi punto débil y entró directamente en el tema.

Venga men, queremos pasarlo bien, hace frío, y como no podemos estar los tres juntitos y follar como locos toda la noche, pues nos haces un show y por lo menos entraremos en calor.

Titubee unos instantes, aunque a decir verdad, tampoco tantos. Les envié mi cam y de pie frente al objetivo, inicié movimientos libidinosos (mitad en broma, mitad en serio), sensuales al tiempo que observaba la cara que ponían, sobre todo Sara.

Para la ocasión me puse unas bragas negras y jugando con los dedos entre las mismas, lentamente me las iba quitando hasta quedarme completamente desnudo.

- La vuelta date la vuelta – casi a gritos reclamaba Sara.

Me di la vuelta, tapando mi sexo con las negras bragas, para de espaldas otra vez dejarlas caer, de forma que pudieran verlo perfectamente.

Derramando unas gotas de aceite de almendras en mi mano, me masajeaba los glúteos, el ano y la zona del perineo, al tiempo que realizaba movimientos circulares con las caderas.

De reojo observaba la cara de Sara, con los ojos muy abiertos y cargados de lujuria.

De frente derramé un chorro de aceite sobre el pene, lo cual le daba un aspecto brillante y destacaba las irregularidades de la piel y los surcos de las venas.

Sara seguía muy atentamente la visión y no se daba cuenta que detrás suyo Beatriz se había bajado el pantalón del chandal y con las dos manos se acariciaba su entrepierna.

- Por dios Bea, como me gusta eso que haces – exclame por el micro-, al tiempo que Sara giraba su cabeza para observar a Beatriz.

Sara abrió por completo su boca y apareció un semblante nervioso y preso de la excitación.

Beatriz entornaba los ojos, con la lengua mojaba sus labios y seguía tocándose. Sus piernas flexionadas cada vez acercaban más su ingle a la cara de Sara que no sabía exactamente que camino tomar.

- Bea, ahora quiero yo ser el que le de un sorpresa a Sara. Porqué no me haces el favor de vendarle los ojos. Yo te avisaré para que le retires la venda ?

Bea se lo consultó a Sara que con ciertas dudas consintió el juego.

Sara permanecía, impaciente con los ojos vendados, mientras transcurría el tiempo.

- ¿Bea, está ya listo ? ¿Me puedes quitar la venda?
- No, espera un poco más – dijo Beatriz-. Solo un poco, casi está listo.

Unos instantes después, Bea le indicó a Sara que se retirase la venda.

- No está ¡¡¡ ¿Donde se ha metido?

Sara con su atención puesta en la pantalla no apreciaba que detrás suyo Beatriz estaba completamente desnuda, radiante.

Beatriz, ya en la cuarentena, de cabellos morenos y cortos con un peinado informal. No usa apenas maquillaje, ni joyas de ningún tipo. En sus 165 centímetros de altura se distribuyen de forma caprichosa 75 kilos, de los que buena parte se concentran en sus pechos y su trasero.

Los senos, abundantes culminan en una gran aureola, quizás en exceso a juego con sus grandes pezones y su enorme trasero.

Esas jugosas esferas imposibles de cubrir con una mano, llaman la atención a cualquiera y como no a Sara.

- Bea, por dios, menudas tetas tienes. ¿ Y que haces completamente desnuda, Bea?

Sara se levantó de su silla y dando un paso atrás a modo de protección frente a Bea, le preguntó.

- Bea, todo esto es demasiado extraño para mi. Mira, me caes muy bien, pero debo decirte que no me gustan las mujeres, jamás he estado con ninguna.

Beatriz, permanecía impasible y calzada sobre unos zapatos negro acharolados de tacón de aguja, como única vestimenta, no dejó salir de su boca una sola palabra.

La actitud de Bea, aumentó el nerviosismo de Sara, que completamente descolocada por la imprevista situación, se dirigió de forma súbita hacia al sofá, para sacar su cajetilla de tabaco del bolso y encender un pitillo.

- Joder – exclamó Sara-, di algo.

Por fín, Beatriz rompió el silencio.

- Sara, este cabronazo nos la ha jugado y se ha esfumado. Es más, es posible que esté en un privado con ,ve tu a saber quien. Por lo pronto, me voy a vestir y nos vamos por ahí a tomar algo.

Beatriz fue hacia su habitación mientras Sara de forma inconsciente no podía apartar la vista de aquel enorme culo que se perdía por el oscuro pasillo con el compás de los tacones sobre el piso.

Ya desde la habitación Bea le dijo a Sara “ ¿Nos vamos, ya ? “

Sara se levantó del sofá y tomando su bolso se dirigió hacia el largo y oscuro pasillo alumbrado solo por la luz que salía de la habitación de Bea.

Al llegar a la habitación de Bea, Sara se quedó petrificada, inmóvil.

- No puedo creerlo – con voz entrecortada -, no .....

- Vas ha quedarte de pie, mirando – dijo, sin girar su cabeza Bea – o prefieres marcharte.

- Bea – incrédula y contrariada decía Sara – este, ...., este es ......Pero si hace un momento estaba en la cam.

- Si cielo, ha estado aquí todo el tiempo – dijo Bea – y es mi regalo para ti, “putita”.

Sara, no daba crédito a lo que veía. Allí estaba Bea penetrándome, moviendo lenta y rítmicamente su poderoso culo.

Nos dirigimos hacia Sara, que con los ojos abiertos y refugiándose detrás de su bolso, presentaba unas mejillas muy sonrosadas, signo evidente de la excitación y el nerviosismo que la poseía.

Le bajamos la cremallera de su corta falda vaquera, que cayó al suelo. Mientras Bea le desabrochaba los botones de su blusa, no sin antes tomar su bolso y lanzarlo de mala manera sobre la cama, yo le recogía el pelo de su larga cabellera y lo sujetaba con una goma elástica.

Sara no usaba sujetador. Sus senos pequeños y casi perfectos, contrastaban con el poderío que exhibía Beatriz.

Dos mujeres con características físicas dispares. Una imagen excitante. Sara alta, delgada, quizás una 85 a lo sumo y caderas estrechas. Bea estatura media, llenita con una 120 y caderas anchas y poderosas.

Beatriz haciendo uso de su autoridad apuntó con el dedo indice hacia una butaca al tiempo que me miraba fijamente. Fue un acto breve pero suficiente para que yo me apartase de ellas y me acomodara en la butaca en cuestión.

Con su mano derecha cogió la barbilla de Sara y le brindó una amplia y malévola sonrisa.

Sara permanecía muda y con los ojos exageradamente abiertos y expectantes.

Se cogieron de la mano por iniciativa de Bea y se dirigieron hacia el baño de la habitación , abriendo la transparente puerta de vidrio Bea invitó a Sara a que entrase.

Sara lo hizo, lo cual confirmaba la aplastante autoridad que Beatriz ejercía sobre ambos. Los dos estábamos a su merced.

Sin mediar palabra adivine que debía levantarme solo con el mensaje que Bea me lanzaba con su mirada.

Ya de pie, Bea sin apartar su mirada de mis ojos tomó mi polla y colocó una goma elástica en la base de la misma. Con los brazos extendidos cogiendo con cada mano los reposabrazos de la butaca y con las piernas abiertas, ofrecía mi culo a Bea, que a un metro escaso de mi, comenzó a fustigar los glúteos que se iban enrojeciendo paulatinamente. Tras una buena tanda me golpeo en la polla, tambien desde atrás, y más completamente en el prepucio.

Poco a poco mi erección se fue haciendo notable, hasta alcanzar su máxima amplitud.

Con delicadeza y ternura, bea aplicó aceite en el trasero y claro también sobre la dura polla.

El espectáculo era observado con atención por Sara desde el otro lado de la puerta de vidrio.

Nos acercamos a escasamente unos centímetros de Sara, siempre con la puerta cerrada.

- Sara, mira como tiene la polla éste cabrón – dijo Bea -. ¿Ves como la tiene?

Por la cantidad de aceite en exceso, alguna caprichosa gota permanecía en equilibrio en la punta del castigado prepucio.

La hinchazón del miembro era exagerada por la presión de la goma y por la total excitación que tenía.

- Sara mira esto con atención, pon tu cara frente a su polla y observa.

Entonces Bea metió su mano en mi ingle y presionando sobre el perineo que estaba muy abultado provocó que mi polla se extendiera casi un centímetro más.

- Sara exclamó “ woooowwwww por dios que rico trozo de carne” . Al terminar su frase se mordió instintivamente los labios.

¿ Te gusta – dijo Bea – la polla de este cabrón, puta ?

- Siiiiiii, ummmmmm, mucho.
- Pues de momento no la vas a tener, es mía, solo mía. Me pertenece. Chupasela desde ahí, solo eso te permito.

Sara, con las piernas flexionadas y con sus manos apoyadas en el vidrio pegaba su lengua y lamía una y otra vez el mismo. Al otro lado a escasos milímetros mi capullo también estaba pegado al mismo vidrio.

- Ahora separate – dijo Bea a Sara – y masturbate mientras miras. Por qué solo eso tendrás si no haces lo que te ordene.

Con unas frías tijeras Beatriz corto la goma que presionaba mi polla y para calmar el dolor se la introdujo en su boca, mojándola extraordinariamente con abundante saliva.

Al otro lado, Sara sentada con las piernas abiertas se masturbaba enérgicamente mientras mezclaba gemidos con ruegos a Bea, para que la permitiera participar en el juego de piel con piel.

Después de dejar una buena cantidad de saliva en mi, colocó la polla entre sus grandes tetas y moviéndose de arriba abajo derramaba de forma intermitente saliva que colgaba en forma de densos hilos desde su boca hasta sus pechos fundidos con mi polla.

Sara, ya había obtenido un orgasmo y aun seguía al mismo ritmo en busca de un segundo.

Beatriz liberó sus tetas de mi polla y tomándola con la mano izquierda, de frente a Sara me masturbó al mismo ritmo que ejecutaba Sara, con la misma cadencia.

Correte ahora cabrón, correte. Escupe tu semen sobre esa puta.

Varias pulsaciones de leche fueron a parar sobre el vidrio que Sara intentaba degustar con su lengua.

Después de mi eyaculación, Beatriz completamente dueña de la situación y muy excitada, pronunció lo siguiente :

- Tu siéntate ahí – besándome en la boca-, y recuperate pronto que aun no terminé contigo cariño .
- Y tu putita mía, ven que debes trabajar para obtener tu premio.

Sara, sin dudar, abrió la puerta, y se presentó frente a Beatriz “ dime Bea, que quieres que haga.

- Asi me gusta mi amor – con un tono amable respondió Bea-, asi nos entenderemos seguro.

- Has dudado de mi Sara, diría incluso que me has llegado a repudiar y eso merece un castigo, así que te quiero ver a mis pies como una perrita.

Sara bajando su cabeza, se puso a cuatro patas.

- Pasa tu lengua por mis pies y por los zapatos, el tacón también. No dejes ni un solo milimetro sin besar.

Era evidente que Sara no ofrecería resistencia alguna y así fue. La “perra” de Sara obedecía a su Dueña, sin objeción alguna.

Quien algo quiere, algo le cuesta y recordando a Orwell y al Gran Hermano, lo que acontece, lo que sucederá en adelante tardará un tiempo en ser contado.

“ No olvides que te pueden estar observando”

lunes, 17 de agosto de 2009

TRES MESES DESPUES

Cada día que pasaba me parecía una eternidad, y cuando me acostaba, cada noche, pensaba en aquellos días pasados con tía Laura y lo que había gozado con ella. Algunas noches tenía que masturbarme hasta tres veces seguidas, y aun así quería más, y más, no podía quitarme a Laura de la cabeza.

Nada hacía que olvidara a Laura. Pensaba – quizás mañana me llame o pase a visitarme.

Pero no, cada día era una decepción y al llegar a casa lo primero que preguntaba es si se sabía algo de tía Laura. La respuesta siempre la misma : no Luisito, no sabemos nada.

Pasados casi tres meses, un viernes, al abrir la puerta de casa, oí una voz de mujer que no me era familiar.
Entré y dije : hola, se sabe algo de tía Laura?.
Cuando ya me daba media vuelta, oigo una voz de mujer que detrás de una de las butacas del salón y levantándose dice : Sí – me estrecha su mano y me da dos besos en las mejillas – hola Luis, soy Patricia una amiga de Laura, que me ha enviado, al saber que venía la ciudad, a recogerte y pasar unos días en su casa.

Yo pensaba ¿quién coño es ésta mujer?. Tiene unas manos que me recuerdan las de Laura, grandes, blancas, y uñas rojo sangrante. Así que – quien es usted?-, le pregunté descaradamente.

Con una sonrisa malévola, su respuesta fue : te lo dije Luisito, Patricia una amiga de Laura. Que muchacho más malo, ja ja ja.

- Preparas tus cosas Luisito, ah y no olvides tus libros, tendrás que hacer lo mismo que la última vez con Laura,....., ya sabes, estudiar mucho, pero ahora con las dos, ja ja ja.

Coño ¡ - pensé-, y mientras la observaba de arriba abajo, se producían pulsaciones en mi pene, así que di media vuelta y me marché a la habitación a preparar una bolsa con la ropa para esos días. No sé ni lo que metí en aquella bolsa.

Me despedí a los pocos minutos de mi madre, y junto con Patricia salimos para subir en su coche, un SEAT 124, color negro.

Me abrió la puerta amablemente, cogió la bolsa que lanzó a los asientos de atrás, y se sentó para introducir la llave en el arranque y poner el coche en marcha.
Al momento salimos, cuando ya estábamos en la carretera, se subió la falda hasta su cintura y se desabrochó dos botones de la blusa, al tiempo que sin mirarme, me decía : Tranquilo Luisito, es que tengo mucho calor.

Yo la miraba de reojo, y veía una parte de uno de sus senos, que parecía disponer de poco espacio en el interior de la blusa. Eran unos senos enormes, más grandes que los de Laura, mucho más grandes. Sus piernas eran largas y su piel aun se veía más blanca al contrastar con aquellas medias negras, con un ribete en la parte trasera, y unos zapatos de tacón de aguja, también negros.

De su mano derecha, blanquísima, colgaba una especie de cadena con dos grapas, o pinzas plateadas, algo que me parecía extraño, aunque todo era extraño en aquella mujer.

El viaje duró aproximadamente una hora y media, y estuve todo el tiempo observándola de reojo. Ella sin mediar palabra, sonriente, como si yo no estuviera en el mismo habitáculo. Me ignoraba. Sus pechos a cada una de las irregularidades de la carretera se movían armoniosamente, y parecían hincharse al tiempo que de un momento a otro iban a salirse de aquel sujetador negro.

Mi excitación era total, estaba completamente empalmado y creo que aunque ella, Patricia, no le prestaba atención ,lo sabia. Yo intentaba cubrir mi erección, con las manos cruzadas como podía.

Al llegar a casa de tía Laura, mi erección aun perduraba, asi que me coloqué la bolsa sobre la bragueta para disimular, ella abrió la puerta y al no ver a Laura, le dije : y tía, no está?

Patricia no me respondió, y me llevo a una de las habitaciones : deja la bolsa ahí, guarda tus cosas en ese armario, te bañas, luego desnudo te colocas ahí de cara a la pared arrodillado y esperas,- me dijo con voz cortante , seca y autoritaria.

Me quedé atónito, no era capaz de articular palabra alguna, tenía miedo y mi erección había desaparecido en cuestión de milésimas de segundo.

Tal y como me ordenó aquella bruja de Patricia, después de guardar la ropa y bañarme, me coloqué desnudo, de rodillas mirando la pared.

Pasaban los minutos, los cuartos, y creo que tras más de media hora, oí : permanece ahí, no te gires, ni digas un sola palabra - era Patricia, el timbre de su voz autoritaria y el sonido de aquellos tacones era inconfundible.

Se acercaba, notaba su presencia justo detrás de mi, podía incluso oler su sexo, cuando de improvisto me colocó una venda en mis ojos, con lo que mi visión quedó subitamente interrumpida.

Un escalofrío recorría mi cuerpo, no tenía ni idea de nada, tenia mucho miedo. Sus manos se posaron en mis hombros y me ordenó girarme sin dejar de estar de rodillas.

Vaya – exclamó Patricia-, veo que Laura está en lo cierto Luis, tu juguete es bonito y su tamaño generoso, ummmmm.

Al momento sonreí, y note un alivio importante, cuando más tranquilo le iba a dirigir unas palabras, pero rapidamente noté como una especie de vara se clavaba en mi mentón y me obligaba a tirar la cabeza hacia arriba.

- Habla solo cuando yo te pregunte, y haz todo lo que te ordene.

Mi cabeza estaba invadida por todo tipo de imágenes, lucubraciones, miedos, dudas y .... en el fondo placer. Sí, placer. Aquel olor me hechizaba. Aquella mujer no olía a perfume, ni agua de colonia, olía diferente, era un olor salado, viscoso, que anunciaba unos momentos de gozo inolvidables.

- Acuéstate en el suelo, justo a tu izquierda tienes una manta.

Y claro a tientas, intentando buscar con mis dedos en el suelo encontré la manta y me tumbé.

En mi boca, de pronto, note el tacto de un zapato de piel tipo charol, y sin que me lo ordenara, saqué la lengua instintivamente y recorrí la puntera, al tiempo que ella lo movía para que no dejara una parte sin lamer. Luego el tacón, que con mi lengua, recorría cada milimetro de aquella interminable aguja.

Al instante me quedé sin nada en mi boca. Su calzado había desaparecido, cuando de nuevo lo tenía frente a mi, pero ahora era su pie desnudo.
Que hermoso, dulce y suave pie, sus dedos perfectos, sus uñas lacadas de esmalte. Todo ello era un regalo para mis sentidos, aunque no podía verlo pero si imaginarlo.
Mi lengua se fluidificaba esporádicamente para besar, chupar, lamer aquel manjar al tiempo que notaba como en mi bajo vientre los músculos se contraían. El espacio entre los testículos y el ano se hinchaba y cada vez sentía una erección más profunda e interminable. Parecía como si toda la sangre de mi cuerpo fluyera hacia la polla, la notaba larga, más larga y dura que nunca.

- Luís te voy a dar un regalo, por estar listo con esa polla enorme y preciosa.

El prodigioso olor ,de su ya húmedo coño que se posaba sobre mi boca, con unos labios que colgaban a uno y otro lado de aquel templo. Su clítoris se adivinaba por el tacto de mi lengua más pequeño que el de Laura, pero sus labios los notaba más gruesos al ser mordidos por mi.

Con los movimientos rítmicos de mi lengua, Patricia exclamaba – ummmm Luis – y mi polla al límite comenzaba a pulsar y a dejar fluir el avance de lo que sería un gran orgasmo.

Me sacó la venda, y ante mis ojos estaba Patricia, con su cabello suelto, los ojos inyectados de lujuria y deseo, sus pechos, enormes pechos, culminados por unos pezones grandes, erguidos completamente. Su coño rezumaba una mezcla de saliva y fluido vaginal con algunas gotas traviesas que por su entrepierna iniciaban un camino de lujuria hacia sus pies. Las piernas largas, interminables y separadas convenientemente con las rodillas un poco flexionadas ofreciéndome su coño con unos labios que colgaban y que por su tamaño me incitaban enormemente.
Sus pies bellísimos, que minutos antes había tenido el placer de degustar y que de nuevo inconscientemente besaba ya de rodillas, dedicando un particular tiempo a sus dedos.

Sin esperarlo me cogió con su mano de la polla y me dijo – Ven aquí cariño quiero sentir esa hermosa polla en mi culo.

Se inclinó, apoyando las manos en la pared y se paso los dedos de la mano por su culo, que previamente había mojado con su saliva.

Sin dudarlo, guié mi polla hacia su culo y pensando en hacerlo cuidadosamente la apunté justo en el ano, cuando de forma violenta me conminó a que se la metiera entera y de golpe.

Así lo hice al tiempo que ella lanzaba un grito de dolor y placer y ladeaba su cabeza llevándola de un hombro hacia el otro.

- Fuerte y rápido Luis, follame, follame ¡ ¡ ¡

No pude resistir más de diez embestidas cuando me corrí violentamente en su interior y ella a cada pulsación mía, presionaba su culo cerrándolo y comprimiéndome la polla, con lo que las sucesivas descargas brotaban con más fuerza.

Me abracé, abatido sobre su cuerpo tomando sus pechos y apoyando mi mejilla en su espalda, con una respiración profunda y espaciada.

Se giró, me miró a los ojos fijamente, y me beso profunda y largamente, para decirme a continuación : acompañame.

Se calzó, aquellos hermosos zapatos negros, con lo que su esbelto y exuberante cuerpo aumentaba su belleza y poder. Su trasero era imponente, y compacto, al igual que sus enormes pechos, que firmes a penas se movían.
Caminaba, con pasos largos y de una forma muy insinuante, con las piernas algo más separadas de lo habitual, y contoneando graciosamente su potente culo.

Salimos de la habitación, cruzamos el pasillo y nos dirigimos hacia una puerta, la cual ,jamás había visto abierta. Abrió el tercer cajón de un bureau, en el que tía Laura solía leer y escribir, y sacó una llave. La llave de la habitación en cuestión.

La puerta se abrió, bajamos unos escalones cuidadosamente ya que la única luz era la que penetraba desde el pasillo. Patricia, de forma dificultosa y con su gran mano blanca de dedos largos que deslizaba por una barandilla, debido a los altos tacones de aguja sobre los que se calzaba, me presentaba una perspectiva distinta, nueva, de perfil, sus piernas larguísimas y sus redondos pechos que aun parecían más grandes. A cada escalón, la diferencia momentánea de altura entre una y otra pierna, obligaban a su redondo, potente, y estupendo culo a magnificar su tamaño.

Ya en el piso, me dijo : Luis, quiero que cierres los ojos.
Yo lo hice, y mientras oía el clic de un interruptor e inmediatamente la apertura de un cajón, los pechos de Patricia rozaron mi espalda y de nuevo me colocaba una especie de antifaz.

- Puedes abrir los ojos si lo deseas.
Daba igual, tampoco veía nada, con aquel tupido antifaz.

Me cogió de la mano y me colocó con mi espalda en una especie -de tabla vertical pensé -, pero no. Al levantarme primero un brazo y luego el otro, deduje claramente que era una cruz en aspa, mientras me ataba sendos brazos a ella.

Una cruz?, para qué? Que va a hacerme?

Separó mis piernas, e hizo lo mismo atándomelas.

Así, estaba completamente inmóvil, y sin visión alguna de lo que sucedía. Solo me podía guiar por mi imaginación, por supuestos, por mis sentidos.

Oía, como se alejaba, por el sonido de sus tacones, que pisaban fuerte sobre el piso de madera. Luego volvía y dejaba algo sobre una mesa.

Subió la escalera. Eso es lo que me indicaba el sonido de aquellos tacones. Al momento volvió.

Estaba cerca, sus manos me comenzaron a acariciar el pecho, los brazos, las piernas.
Sus dedos jugaban con mis labios y se introducían en mi boca, al tiempo que jugaban con mi lengua.

Me estaba excitando, mi pene comenzaba a pulsar, a latir, y yo deseaba que me lo cogiera, que me masturbara, que me lo chupara, pero ni una cosa ni la otra. Parecía importarle poco o nada, ya que siquiera se acercaba lo minimo a mi polla .

Cuando estaba completamente excitado, sentí sobre mi ingle el golpear de las colas del gato. El gato de tia laura. Era el mismo, estaba seguro. Sus colas me alcanzaban, la polla, el vientre, los muslos. Eran golpes suaves, pero constantes. A cada uno de ellos, una corta bocanada de aire entraba en mi boca, como signo de dolor y de placer.

Cuando Patricia debió considerar que ya era suficiente, grité de dolor al sentir la presión de una pinza metálica primero en un pezón y luego en el otro.

Cariñosamente pasaba su mano por mi cabello y mi mejilla, mientras con la otra me pinzaba, y me decía : No cariño, no duele, te gustará ya veras amor mío.
Ya con las dos pinzas en mis pezones, el dolor parecía que había penetrado hacia el interior de mi cuerpo. Me sentía algo más relajado.

Entonces , sentí un palmetazo que no esperaba sobre mi polla. Era la fusta, con la que espaciadamente me golpeaba en toda la superficie de la polla, sin dejar un solo milimetro.

Cuando debió considerar que ya la erección era total, las palmas de sus manos se colocaron sobre las mías y su cuerpo se pego al mío, en la misma postura que yo. Al ser la altura de Patricia mayor que la mía, mi polla apenas tocaba la parte interna de sus muslos y menos aun su coño.

Ella me besaba frugalmente, apasionadamente, su saliva me ahogaba de placer y su lengua pedía espacio en mi cavidad bucal.

Cual fue mi sorpresa cuando otra boca se introducía mi polla y de la misma forma que Patricia la besaba.

No podía decir nada, no podía hablar estaba entregado a los besos de aquella mujer que llenaba mi boca con su lengua y su saliva y de quien se estaba literalmente engulliendo mi polla.

Los pechos de Patricia se hinchaban ,estaban calientes y duros y presionaban las pinzas que apretaban mis pezones. No podía concentrarme en nada, estaba completamente entregado a lo que fuera.

Patricia dejó de besarme y se agachó para compartir mi polla con la otra mujer.

- Entre gemidos de placer solicité : Laura eres tu? Di que si Laura querida.

Dejaron ambas de chupar el miembro y me quitaron la venda.

Sí, era Laura, más hermosa que nunca, preciosa.

- Luis amor mio -, decía mientras se retiraba a un metro escaso de mi con
Patricia y se tumbaba en una cama, mostrándome su coño.
Patricia de rodillas, me lanzaba una mirada perversa y una malévola sonrisa, para acto seguido comenzar a lamer el coño de Laura, que no paraba de mirarme y mostrarme el gran placer que recorría su cuerpo, gracias al “servicio” que Patricia le prestaba.

Yo deseaba desatarme, y reunirme con aquellas diosas del infierno, pero todo esfuerzo era imposible. Estaba excitadísimo, tenia el pene y los testículos a punto de explotar. Mi polla palpitaba hacia arriba y abajo de forma espontánea. Tanto el color, el brillo, así como las venas completamente marcadas eran una prueba evidente que estaba más excitado que nunca.

Me deleitaba viéndolas como retozaban, como se lamían las tetas, como se las cogían y presionaban, con que fruición succionaban el pezón. Se paraban, y me lanzaban sendas miradas y una media sonrisa. Sacaban sus lenguas y jugaban frente a mi con ellas, o se fundían en un beso profundo.

Sus cuerpos se retorcían cuando parecía como si se follaran entre si, rozando sus coños, e incluso embistiéndose.

Después de un largo tiempo de ese juego, se colocaron , ofreciéndome sus coños completamente abiertos , para masturbarse frente a mi.

Cuando debieron presentir que estaban a punto de correrse, tanto Patricia como Laura, sin dejar de masturbarse, me decían : Luis cariño, correte con nosotras ; Menuda polla cariño; de estas dos putas quien te gusta más? – soltaban alguna que otra carcajada, y el movimiento de sus manos cada vez era más rápido- Tienes la polla Luis que te va a reventar.

Yo me mordía los labios, los mojaba con mi lengua, ya había olvidado que estaba atado, inmóvil, no me importaba. Solo me concentraba en lo que veía, mientras aquellas mujeres me iban poniendo más y más excitado, con sus comentarios.

Al rato, se corrió varias veces seguidas Laura mientras gritaba de placer. Los gritos de Patricia en su orgasmo se fundieron con los de Laura y de forma espontánea hilos de semen a cada latigazo de mi polla eran expulsados con tanta fuerza que llegaban a alcanzar el cuerpo de Laura que era quien más cerca de mi estaba.

Patricia sin pensarlo, se puso a lamer toda la leche que mezclada con sudor se deslizaba por la blanca piel de tia Laura.

Luego unió su boca empapada por múltiples jugos con la de Laura, besándose apasionadamente e intercambiado fluidos. Sacando sus lenguas de las que colgaban hilos blancos y que se desprendían con el movimiento de las mismas.

Me liberaron de las ataduras y los tres permanecímos tumbados, con la mirada perdida, en silencio.

Al cabo de unos minutos de descanso, Laura se levantó y encendió un cigarrillo, que después colocó en los labios de Patricia, seguidamente otro que me ofreció y un último cigarrillo para ella.

Después de caer en un profundo y placentero sueño, al anochecer, subimos al salón y estando aun desnudos, seguí sus instrucciones y preparamos entre los tres una cena especial.

Retiramos los pocos muebles del salón, y extendimos en el suelo una especie de lona cubierta por un precioso mantel.

Todo el perímetro del mismo lo rodeamos con unas gruesas velas blancas, que encendimos una a una. En las cuatro esquinas del amplio mantel, debería de medir aproximadamente unos cuatro metros por tres, colocamos unas fuentes con carne picada cruda, mantequilla derretida, muy líquida, otra fuente con plátanos más bien verdes, y un filete de carne. Y el colofón una botella de champagne Moet &Chandón.

Pensé que comida más atípica, carne cruda, champagne de lo mejorcito pero sin enfriar convenientemente, más bien caliente. Detalles que la verdad no me preocupaba en absoluto, pero despertaban mi curiosidad hacia aquellas malvadas mujeres.

Ellas entre sí intercambiaban risas y miradas de complicidad, sin duda no era su primera cena de ese tipo.

Pusieron en marcha el magnetófono que tenía tía Laura y comenzó a sonar Carmina Burana, apagaron la lámpara y de un cajón Patricia sacó tres medias mascaras venecianas con las que vestimos nuestros rostros.

Cuando todo estuvo listo, solo con la luz que proporcionaban las velas, nos colocamos sobre el mantel, allí Patricia y Laura, se besaron apasionadamente mientras se toqueteaban sus respectivas vaginas.

Yo con mi rostro cubierto por la máscara, contemplaba la escena con enorme satisfacción. Aquellas espléndidas mujeres, bellas, con sus rostros enmascarados, sin ningún atuendo más, la melodía poderosa y cargada de euforia de Carmina Burana mezclándose con el humo y olor que desprendían las velas, las sombras de los cuerpos reflejados en las paredes. Increíble, excitante, espectacular.

Después de unos instantes de dejarme al margen extendieron sus brazos y me ofrecieron participar, al comprobar previamente que ya estaba algo excitado por el inicio de erección.

Patricia tomó en sus manos el recipiente con la mantequilla, y derramó una cantidad sobre las manos de Laura, que al tiempo pasaba por mi cuello y mi pecho hasta dejarme totalmente empapado de ese denso líquido.

Patricia cedió el recipiente a Laura, que tomándolo con sumo cuidado para que no se le escapara de sus escurridizas manos vertiera dicho líquido en las manos de Patricia e hiciera lo mismo con el cuerpo de Laura.

Luego me correspondió a mi embadurnar el cuerpo de Patricia.

En unos instantes nuestros cuerpos presentaban un brillo espectacular y llamaba extraordinariamente la atención los pechos de las dos que por el efecto de la mantequilla aun parecían más voluptuosos, sus labios muy mojados, sus coños empapados, los pies y las manos donde destacaban sus preciosos dedos terminados con uñas rojas de un brillo intenso y los rostros con las mascaras.

Yo seguía con mi polla casi erecta, entonces Patricia se saco de su muñeca una goma elástica ancha, lo que previamente ya había llamado mi atención sin lanzarle pregunta alguna al respecto.

La colocó en la base de mi polla tirando del prepucio convenientemente hacia fuera para poder colocarla ahí en la base y le dio dos vueltas, con lo que me presionaba pero sin molestar.

Los tres nos abrazamos y rozábamos nuestros cuerpos, viendo como todas nuestras partes se escurrían placenteramente al estar completamente lubricados.

Pareciamos otros con las caras semi cubiertas pero se adivinaba gozo y placer. Los pezones de aquellas preciosas mujeres estaban completamente duros y presentaban un color intenso, excitante.

Observé como Laura me cogía la polla tirando hacia abajo para dejar el prepucio totalmente al descubierto y con la otra mano me masturbaba lentamente con un pequeño giro al subir y al bajar. Al momento estaba completamente hinchada, más que nunca, debido tanto al placer que me daba, como a la goma que concentraba el riego sanguíneo y al aceite que hacían aun más visibles las ya muy hinchadas venas.

Empalmado por completo, con su dedo pulgar me masajeo en el perineo, justo debajo de los testículos, para presionar sobre el mismo, con lo que perplejo ví como mi polla aumentaba en longitud, creciendo de forma increíble más de un centímetro.

Ellas sonreían de satisfacción, al lograr algo que ya estaba previamente en su cabeza y exclamaban simultáneamente : ¡ que pollón cariño ¡. Laura le comentaba a Patricia : fijate como la tiene, le alcanza el ombligo, como la vamos a disfrutar ¡

Laura se tumbó sobre el mantel y abriendo ampliamente sus piernas, nos mostró su coño, mientras Patricia lo abría aun más tirando cuidadosamente de los grandes labios .

Acto seguido, me conminó a introducir los dedos en el coño de Laura. Primero dos que con el aceite entraban sin ninguna dificultad, tres, cuatro y por fín al principio con precaución mi mano.

Después de haber introducido y sacado mi mano hasta penetrarla con todos mis dedos, Laura me dijo : meteme toda tu mano cielo, hasta la muñeca.

Lo hice y fue entonces cuando Laura abrió completamente los ojos lanzando un grito de placer extraordinario, y pidiéndome que fuera más y más deprisa.

Sin sacar mi mano, Laura se corrió de forma seguida hasta cuatro veces, convulsionándose y retorciendo su cuerpo, mientras Patricia, le cogía fuertemente los pechos y la mordía en los pezones.

Mi polla seguía al límite, entonces, Patricia invadida por la situación cogió un puñado de carne picada y lo introdujo en su coño rebosando una parte de la misma, para a continuación decirnos : comerme el coño los dos, comérmelo ¡

Así lo hicimos comimos Laura y yo la carne cruda del coño de Patricia. Su sabor era un mezcla de sexo, sudor, fluidos, y a propia carne.

Patricia estaba como loca cuando veía como los dos le comiamos literalmente su coño, y que en el contorno de nuestras bocas teníamos restos de carne, jugos y saliva. Laura y yo estábamos contagiados por esa vorágine de placer.

Entonces dijo, ahora los postres y después de sacarle la piel a los verdes plátanos hicimos un circulo con nuestros cuerpos en suelo. Yo masturbaba con aquel verde y duro plátano a Patricia. Esta introducía otro, el de mayor tamaño, en el culo de Laura. Y laura hacía lo propio con mi culo.

Estabamos los tres enlazados en una orgía de placer, dando al tiempo palmadas en los clítoris, en las nalgas, en mi polla.

Después de unos minutos en ese juego, cogieron el trozo de carne aun sangrante, envolvieron mi polla con el mismo y me masturbaban por un corto espacio de tiempo para evitar el orgasmo.

Desenvolvieron mi polla del trozo de carne para golpearme Laura con el mismo en las nalgas y en mi polla mientras estando yo arrodillado, era ordeñado por Patricia, que me masturbaba a cortos espacios muy rapidamente.

Cuando terminaron de jugar conmigo, cogieron la botella de Moet, y pensé : que asco con la sed que tengo y eso tan caliente.

Cual fue mi sorpresa cuando al descorchar la botella y salir por la presión del champagne un chorro de espuma, Patricia se introdujo la botella en su coño y tras agitar la botella la retiró, para inmediatamente ver como brotaba del mismo con fuerza una fuente de champagne, que nos baño tanto a Laura como a mi.

Laura repitió el juego y estando de rodillas frente a ella que estaba tumbada, nos lanzó sobre nuestros cuerpos otra descarga de champagne que lamiamos mutuamente de nuestros cuerpos.

Me hicieron sentar frente Laura, que la tenia a escasamente medio metro de mi polla. Patricia se coloco de pie con las piernas separadas justo encima de nosotros y mientras Laura agitaba la botella en su dilatado coño, las dos dijerón : ahora¡

Y Laura soltó una nueva descarga sobre mi vientre, mientras Patricia al mismo tiempo nos practicaba una larga, abundante y cálida meada sobre nuestros cuerpos.

Estabamos empapados por completo. Sin pensarlo y por iniciativa propia cogí de forma un tanto violenta a Patricia para obligarla a ponerse a “cuatro patas” y después de soltarle unos fuertes azotes en su enorme culo, la golpee con mi polla, sacándome la goma sin perder un ápice de mi erección, mientras ella decía provocándome : follame luis, dame por el culo ¡ y Laura la seguía en la provocación : si Luis metele ese pollón en el culo a esa puta de Patricia y antes de correrte dame tu leche para bebérmela.

De fondo sonaban los coros de Carmina Burana en uno de sus más poderosos momentos, las timbálas, nuestras sombras proyectadas en las paredes, los cuerpos brillando por el aceite, restos de carne, juegos, fluidos, sudor, y las máscaras que parecia que no fueramos nosotros los actores de aquel espectáculo de lujuria.

Eso aun me excitaba más, la cabalgué unos instantes y cuando ya no podía más saqué mi polla de su culo, que permanecia abierto por completo y palpitaba para que Laura saboreando los jugos de su amiga Patricia se la metiera en la boca y con cada eyaculación me succionará mi leche.

Posteriormente besó a Patricia que estaba agotada por el ultimo orgasmo, mientras con las lenguas en el aire, el semen se derramaba por sus bocas y cuello hasta sus tersos pechos.

Siguiendo con mi espontaneidad les dije que se colocaran de pie una junto a la otra,
Increíblemente me hicieron caso, fui a la habitación de Laura, removi en los cajones cogí tres medias y las llevé al salón, les ate las manos, y la pierna de una con la de la otra. Ellas reían a carcajadas y me animaban a seguir con el juego.

Una vez atadas, fui al sótano, allí cogi unas pinzas y el gato, mientras me gritaban : Luis, cielo donde estás?

Cuando me vieron con los artilugios que portaba, riendo exclamaron : Luis te estás volviendo muy malo. Les coloque las pinzas cuidadosamente a ambas, que exclamaban por el dolor, pero no se negaban a ello.

Una vez pinzadas tiraba de ellas simultáneamente hacia mí. Ellas se miraban y en su rostro aunque cubierto, se reflejaba una mezcla de dolor y placer al tiempo que gemían.

Así una y otra vez, pausadamente, mientras a cada tirón, me lanzaban insultos e improperios, que yo respondía con un nuevo tirón y ellas se desahogaban : eres un hijo de puta, cabrón, que bien lo haces .......

Tomé el gato en mis manos, y les lancé, una descarga sobre sus hinchados y castigados pechos, aumentando en la siguiente, la fuerza del mismo.

Luego proseguí con sus coños, hasta que dijeron : basta cabrón, follanos ¡

Intercalaba penetraciones a una y otra hasta que agotado renuncié a correrme y las desaté, para que ellas se dieran placer mutuo. Eran insaciables y las observaba absorto mientras me la meneaba hasta que por fín se corrieron simultáneamente.

LA TIA LAURA

En junio de 1968, yo había suspendido varias asignaturas de bachiller. Mis padres tenían previsto visitar a unos familiares en Andalucía, y tuve que quedarme castigado en Barcelona, para estudiar.

Mi estado de ánimo era muy bajo, no podría ver a mi prima Julia. Aquella niña dos años más joven que yo, encantadora, que consentía que la besara en los labios, pero con la boca cerrada.
Para más fastidio, encomendaron mi tutela a Laura, mi tía, que llegó el viernes justo antes que partieran de viaje mis progenitores.

Aquella mujer, Laura, era una señora de unos 38 o 40 años, tan alta como yo, de complexión fuerte, morena, de cabello largo que se recogía en lo alto de la cabeza con un impresionante moño. Sus ojos eran oscuros, y cuando me clavaba la mirada, me dejaba helado. Laura, mi tía Laura, imponía y me causaba más respeto que nadie.

Cogió el libro de texto de Química, con aquellas manos grandes, de piel blanca y uñas largas y lacadas de un rojo sangrante, y lo colocó sobre la mesa, frente mis ojos, que completamente abiertos la miraban fijamente.

- Luisito, quiero que antes de la cena, hayas estudiado desde la página 34 a la página 38, luego antes que te acuestes te haré algunas preguntas sobre el tema, y espero que no falles ninguna.

Su voz, cortante, distante, sin gritar – no tenía necesidad alguna para asustarme ya lo estaba – se quedó grabada en mi cerebro.

Así que, sin mediar palabra, me puse a estudiar como nunca.

Llegó la hora de la cena, y cenamos en absoluto silencio. Y después, la hora fatídica : las preguntas de tía Laura.

Respondí, una tras otra, sin errores, pero con algún titubeo, así que me envió a la cama a dormir.

Satisfecho por haber “pasado” la primera prueba del día, me dirigía a eso de las 10 de la noche hacia mi dormitorio.
Mientras practicaba la limpieza bucal, repetía dentro de mí : Una semana, Luisito, te queda una semana de sufrir con esa mala puta, y encima a las 10 a la cama sin chistar y sin poder escuchar la radio.

Ya en la cama, oía a lo lejos como ella si estaba disfrutando de la radio y además estaba fumando aquellos cigarrillos ingleses que cuidadosamente extraia de una caja de aluminio blanca y negra, elaborados a mano con mezclas de hojas de tabaco turco y egipcio. Olian a internado suizo, y los consumía uno tras otro, hasta dejar el salón envuelto de una embriagadora y densa nube azul.
Ya medio dormido, la radio dejó de sonar, y las luces se fueron una a una apagando, solo quedaba la luz de la habitación que siempre ocupaba tía Laura, y ese murmullo del agua corriendo por el desagüe.

En casa jamás se cerraban las puertas, así que decidí levantarme y espiarla. Descalzo y cuidando de no hacer ruido caminé unos pasos y me quedé observando desde fuera. Ella estaba en el baño, al momento salió y me quedé asombra.
inmóvil, paralizado. ¡ Dios mío¡ . Allí estaba tía Laura, con el cabello, su precioso cabello negro suelto, un camisón largo no transparente pero que permitía adivinar las generosas formas de aquella bellísima mujer. Se sentó frente el tocador, encendió uno de aquellos cigarrillos, y tras exhalar aquel humo azul se puso a cepillar su hermoso cabello.

Yo permanecía absorto observándola, de golpe se dio la vuelta violentamente y me dijo : Luisito que haces ahí ?

No sabía que decir, estaba mudo, no articulaba una sola palabra. Se levantó y me dí cuenta que su semblante cambiaba y me miraba sorprendida pero sin enfado. Su mirada no se clavaba en mis ojos como era costumbre. Me estaba mirando la entrepierna. Imbécil de mi tenía una erección total, por culpa de aquella mujer, aunque en cuestión de dos segundos desapareció por completo.
Se acercó, no sin antes coger el cigarrillo, y me acompañó a la cama. Me cubrió con la sábana y sentada un instante dijo : ¿ Luisito, quieres dormir en mi cama estos días, para que no nos sintamos tan solos?

Yo, no dije nada, solo sonreí, y ella debió interpretar que eso significaba que asentía.

Se levantó y ya de espaldas, dejando tras de sí una estela del humo del cigarrillo, se dirigió a su habitación mientras decía : ve a mi cama, que ahora iré yo.

Estando ambos en su habitación, continuo por unos momentos cepillándose el cabello y devorando algunos cigarrillos más. Su cara a través del espejo era diferente y estaba adornada por una sonrisa .

Yo volvía a estar excitado y rezaba para que se me pasara lo antes posible, pero todo esfuerzo por evitarlo era inútil, así que opté por tumbarme de lado para que no se notara nada.

Oí como se dirigía hacia la cama y cerré los ojos para hacerme el dormido. Laura se acerco para darme un beso mientras me decía “Buenas noches cariño”, cuando note el tacto de su pecho sobre mi espalda. ¿Estaba desnuda?. Estaba desnuda, completamente desnuda, así que me di la vuelta y la vi a mi lado.
Yo miraba su cara y sus pechos grandes, blancos culminados por un circulo rosado y unos pezones que parecían apuntarme desafiantes. Ella mostraba el mismo semblante que cuando me “pilló”, en cambio su cara ya no era de sorpresa, y su mirada penetraba en la sábana, que cubría algo inevitable de ocultar.

Su mano grande, blanca con aquellas uñas de rojo sangre, lanzó la sábana al aire y se metió en mi pijama, cogiendo mi pene que estaba hinchado y durísimo.

Las mejillas de Laura eran la prueba evidente de la excitación que habia invadido su cuerpo.

Me despojó de mi ropa y me dijo : Luis, menuda polla tienes cariño, me encanta. Y mientras la sostenía con una mano, se la introducía en la boca y con las rojas uñas de la otra mano me tocaba delicadamente el perineo que estaba muy hinchado.

En menos de quince segundos mi pene explotó y tras varias sacudidas la cara y los pechos de Laura se impregnaron de semen.

- Luis voy a hacer contigo, algo que nunca antes te han hecho.

Ató mis manos y pies en la cama, con sendas medias y de su maleta sacó, lo que ella denominaba “gato” . Con el mismo comenzó a golpear mi polla que a cada una de las descargas de las incontables colas se ponía más larga y más dura, lo que parecía imposible. El prepucio estaba hinchado, brillante y con un tono morado con tendencia al azul prusia.

De vez en cuando paraba y encendía un cigarrillo, lo degustaba mientras me observaba desafiante y sonriente sin mediar palabra, caminando por la habitación.
Mis ojos no sabían si concentrarse en sus pechos, en su culo, en su coño. ¿Dónde?

Se dirigió hacia mi, que permanecia inmovilizado. De pies en la cama colocó su hermoso coño frente mi cara.

Estaba completamente rasurada, sus labios eran grandes, su clítoris blanco en la cúspide y rosado en el resto, mojado , con un perfume indescriptible a placer mezclado con el olor a tabaco inglés. Entonces mi boca comenzó a besarlo, lamerlo, morderlo, mientras ella movía su pelvis, hacia los lados y hacia mi rostro y mi lengua penetraba en el interior. La textura interna era suave, mi lengua se deslizaba hacia las partes internas sin ninguna dificultad y cada vez estaba más abierto, mientras ella gemía : “Asi cielo, follame con tu lengua, así, así,.... No puedo más Luis”

Se colocó de rodillas y mirándome a la cara introdujo toda mi polla en su coño, moviéndose rítmicamente y balanceando su cuerpo, con la cabeza hacia atrás.

Gritó de placer al convulsionarse repetidas veces, en cada uno de los orgasmos que tuvo, mientras, yo me corría por dos veces seguidas sin perder consistencia en mi erección.

Subitamente me descabalgó, e introduciéndose la polla en su boca, intentó nuevamente provocarme otra erección. Al no conseguirlo, muy enfadada se levanto y volvió del baño con un frasco.
Dejó caer unas gotas de aquel líquido viscoso sobre su mano, mientras decia de forma soez : “Luis quiero esa polla como al principio O te vuelves a empalmar o te vas a acordar de tu tia Laura

Paso sus manos por mi ano, testículos y pene, al tiempo que notaba una sensación de calor y escozor por donde me humedecía con aquel líquido, que aunque algo molesto me daba un inmenso placer. Mi polla volvía a estar erecta. Pero parecía que no tenía bastante, así que me introdujo uno, dos y tres dedos en el ano con lo que la erección fue a mayores.

Luego después de sacar los dedos de mi culo, los chupó ,se puso completamente de pies sobre la cama y empezó a dejar caer lentamente gota a gota su orín sobre mi vientre, para descargar completamente y con fuerza todo el cálido líquido que brotaba de su vagina, mostrándome una cara que además de satisfacción insinuaba vicio, morbo y sumo placer. Yo estaba empapado, con las piernas, el vientre, testículos y pene completamente mojados.

Cogió mi polla y arrodillada encima mío se masturbó con la misma. Mi prepucio era dirigido por su mano sobre sus labios, su clítoris, circularmente, como si de su dedo indice se tratara.
Cuando dijo estar lista dejo caer unas gotas de aquel aceite, que más tarde supe contenía una parte muy pequeña de alcohol, sobre su mano y me masturbó, con lo que aquel escozor caliente provocó que tuviera la polla a punto de explotar, enrojecida, irritada, entre rojo y carmín, surcada por infinitas venitas azules que según se acercaban a su base se hacían más visibles por el grosor.

Lo mismo hizo con su ano, gritando de dolor y placer al notar la misma sensación que yo pero en su culo. Entonces dijo : Cariño ya estamos preparados y metió su polla lentamente en su culo al tiempo que se movía lentamente y quejaba de placer.
Tras un largo rato , nos corrimos los dos al mismo tiempo.

Luego me desató, me besó y me dijo que al día siguiente me enseñaría algunas cosas más. Abatidos, caimos en un profundo sueño hasta la mañana siguiente.

Cuando desperté ella estaba esperándome en la cocina. El desayuno estaba preparado, Laura estaba guapísima, mas bella que nunca, se me acerco me besó y me dijo : Luis amor mio, desayuna que luego tengo una sorpresa para ti.

Después de desayunar y pasar por el baño, fui hacia la habitación de tía Laura y allí estaba desnuda, esperándome. Me llamó enormemente la atención que de una de las vigas de madera que había en el techo, justo la que estaba sobre la cama colgaba una sabana que descendía casi hasta la cama .

Me dijo con una complice sonrisa que si quería estudiar , a lo que la respondí que no.
Entonces, me hizo tumbar sobre sus rodillas y comenzó a azotarme con aquellas preciosas manos, mientras me recriminaba : Por ser un niño malo y no querer estudiar, toma. ¿ Y entonces que es lo que quieres hacer malo, estudiar o follar con tia Laura ?. – Follar con tía Laura, le decía yo- y ella me pegaba más fuerte, al tiempo que mi polla comenzaba a estar más larga y más dura.

Así que tras ese castigo, me ató como la noche anterior, utilizando las mismas medias y tras masturbarse frente a mi, lo cual me incendiaba literalmente, colocó su coño frente mi boca, repitiendo parte del ritual del día anterior.

Fue entonces cuando se cogió de la sabana que colgaba del techo y comenzó a dar vueltas, una tras otra para terminar enroscando la sabana. Estando la sabana completamente enroscada, se colocó sin soltarla, encima mío, se introdujo la polla por completo y poco a poco dejó su cuerpo a la voluntad de la sabana que al desenroscarse, provocaba que Laura girase sobre mi. Los dos parecíamos locos de placer al notar como las paredes de su vagina rozaban girando sobre mi pene, lentamente, sin esfuerzo.

Tuvimos ambos un orgasmo diferente, sublime.

Aquel año aprobé todas las asignaturas que había suspendido, gracias a las clases que mi querida tía Laura me dio.