lunes, 17 de agosto de 2009

TRES MESES DESPUES

Cada día que pasaba me parecía una eternidad, y cuando me acostaba, cada noche, pensaba en aquellos días pasados con tía Laura y lo que había gozado con ella. Algunas noches tenía que masturbarme hasta tres veces seguidas, y aun así quería más, y más, no podía quitarme a Laura de la cabeza.

Nada hacía que olvidara a Laura. Pensaba – quizás mañana me llame o pase a visitarme.

Pero no, cada día era una decepción y al llegar a casa lo primero que preguntaba es si se sabía algo de tía Laura. La respuesta siempre la misma : no Luisito, no sabemos nada.

Pasados casi tres meses, un viernes, al abrir la puerta de casa, oí una voz de mujer que no me era familiar.
Entré y dije : hola, se sabe algo de tía Laura?.
Cuando ya me daba media vuelta, oigo una voz de mujer que detrás de una de las butacas del salón y levantándose dice : Sí – me estrecha su mano y me da dos besos en las mejillas – hola Luis, soy Patricia una amiga de Laura, que me ha enviado, al saber que venía la ciudad, a recogerte y pasar unos días en su casa.

Yo pensaba ¿quién coño es ésta mujer?. Tiene unas manos que me recuerdan las de Laura, grandes, blancas, y uñas rojo sangrante. Así que – quien es usted?-, le pregunté descaradamente.

Con una sonrisa malévola, su respuesta fue : te lo dije Luisito, Patricia una amiga de Laura. Que muchacho más malo, ja ja ja.

- Preparas tus cosas Luisito, ah y no olvides tus libros, tendrás que hacer lo mismo que la última vez con Laura,....., ya sabes, estudiar mucho, pero ahora con las dos, ja ja ja.

Coño ¡ - pensé-, y mientras la observaba de arriba abajo, se producían pulsaciones en mi pene, así que di media vuelta y me marché a la habitación a preparar una bolsa con la ropa para esos días. No sé ni lo que metí en aquella bolsa.

Me despedí a los pocos minutos de mi madre, y junto con Patricia salimos para subir en su coche, un SEAT 124, color negro.

Me abrió la puerta amablemente, cogió la bolsa que lanzó a los asientos de atrás, y se sentó para introducir la llave en el arranque y poner el coche en marcha.
Al momento salimos, cuando ya estábamos en la carretera, se subió la falda hasta su cintura y se desabrochó dos botones de la blusa, al tiempo que sin mirarme, me decía : Tranquilo Luisito, es que tengo mucho calor.

Yo la miraba de reojo, y veía una parte de uno de sus senos, que parecía disponer de poco espacio en el interior de la blusa. Eran unos senos enormes, más grandes que los de Laura, mucho más grandes. Sus piernas eran largas y su piel aun se veía más blanca al contrastar con aquellas medias negras, con un ribete en la parte trasera, y unos zapatos de tacón de aguja, también negros.

De su mano derecha, blanquísima, colgaba una especie de cadena con dos grapas, o pinzas plateadas, algo que me parecía extraño, aunque todo era extraño en aquella mujer.

El viaje duró aproximadamente una hora y media, y estuve todo el tiempo observándola de reojo. Ella sin mediar palabra, sonriente, como si yo no estuviera en el mismo habitáculo. Me ignoraba. Sus pechos a cada una de las irregularidades de la carretera se movían armoniosamente, y parecían hincharse al tiempo que de un momento a otro iban a salirse de aquel sujetador negro.

Mi excitación era total, estaba completamente empalmado y creo que aunque ella, Patricia, no le prestaba atención ,lo sabia. Yo intentaba cubrir mi erección, con las manos cruzadas como podía.

Al llegar a casa de tía Laura, mi erección aun perduraba, asi que me coloqué la bolsa sobre la bragueta para disimular, ella abrió la puerta y al no ver a Laura, le dije : y tía, no está?

Patricia no me respondió, y me llevo a una de las habitaciones : deja la bolsa ahí, guarda tus cosas en ese armario, te bañas, luego desnudo te colocas ahí de cara a la pared arrodillado y esperas,- me dijo con voz cortante , seca y autoritaria.

Me quedé atónito, no era capaz de articular palabra alguna, tenía miedo y mi erección había desaparecido en cuestión de milésimas de segundo.

Tal y como me ordenó aquella bruja de Patricia, después de guardar la ropa y bañarme, me coloqué desnudo, de rodillas mirando la pared.

Pasaban los minutos, los cuartos, y creo que tras más de media hora, oí : permanece ahí, no te gires, ni digas un sola palabra - era Patricia, el timbre de su voz autoritaria y el sonido de aquellos tacones era inconfundible.

Se acercaba, notaba su presencia justo detrás de mi, podía incluso oler su sexo, cuando de improvisto me colocó una venda en mis ojos, con lo que mi visión quedó subitamente interrumpida.

Un escalofrío recorría mi cuerpo, no tenía ni idea de nada, tenia mucho miedo. Sus manos se posaron en mis hombros y me ordenó girarme sin dejar de estar de rodillas.

Vaya – exclamó Patricia-, veo que Laura está en lo cierto Luis, tu juguete es bonito y su tamaño generoso, ummmmm.

Al momento sonreí, y note un alivio importante, cuando más tranquilo le iba a dirigir unas palabras, pero rapidamente noté como una especie de vara se clavaba en mi mentón y me obligaba a tirar la cabeza hacia arriba.

- Habla solo cuando yo te pregunte, y haz todo lo que te ordene.

Mi cabeza estaba invadida por todo tipo de imágenes, lucubraciones, miedos, dudas y .... en el fondo placer. Sí, placer. Aquel olor me hechizaba. Aquella mujer no olía a perfume, ni agua de colonia, olía diferente, era un olor salado, viscoso, que anunciaba unos momentos de gozo inolvidables.

- Acuéstate en el suelo, justo a tu izquierda tienes una manta.

Y claro a tientas, intentando buscar con mis dedos en el suelo encontré la manta y me tumbé.

En mi boca, de pronto, note el tacto de un zapato de piel tipo charol, y sin que me lo ordenara, saqué la lengua instintivamente y recorrí la puntera, al tiempo que ella lo movía para que no dejara una parte sin lamer. Luego el tacón, que con mi lengua, recorría cada milimetro de aquella interminable aguja.

Al instante me quedé sin nada en mi boca. Su calzado había desaparecido, cuando de nuevo lo tenía frente a mi, pero ahora era su pie desnudo.
Que hermoso, dulce y suave pie, sus dedos perfectos, sus uñas lacadas de esmalte. Todo ello era un regalo para mis sentidos, aunque no podía verlo pero si imaginarlo.
Mi lengua se fluidificaba esporádicamente para besar, chupar, lamer aquel manjar al tiempo que notaba como en mi bajo vientre los músculos se contraían. El espacio entre los testículos y el ano se hinchaba y cada vez sentía una erección más profunda e interminable. Parecía como si toda la sangre de mi cuerpo fluyera hacia la polla, la notaba larga, más larga y dura que nunca.

- Luís te voy a dar un regalo, por estar listo con esa polla enorme y preciosa.

El prodigioso olor ,de su ya húmedo coño que se posaba sobre mi boca, con unos labios que colgaban a uno y otro lado de aquel templo. Su clítoris se adivinaba por el tacto de mi lengua más pequeño que el de Laura, pero sus labios los notaba más gruesos al ser mordidos por mi.

Con los movimientos rítmicos de mi lengua, Patricia exclamaba – ummmm Luis – y mi polla al límite comenzaba a pulsar y a dejar fluir el avance de lo que sería un gran orgasmo.

Me sacó la venda, y ante mis ojos estaba Patricia, con su cabello suelto, los ojos inyectados de lujuria y deseo, sus pechos, enormes pechos, culminados por unos pezones grandes, erguidos completamente. Su coño rezumaba una mezcla de saliva y fluido vaginal con algunas gotas traviesas que por su entrepierna iniciaban un camino de lujuria hacia sus pies. Las piernas largas, interminables y separadas convenientemente con las rodillas un poco flexionadas ofreciéndome su coño con unos labios que colgaban y que por su tamaño me incitaban enormemente.
Sus pies bellísimos, que minutos antes había tenido el placer de degustar y que de nuevo inconscientemente besaba ya de rodillas, dedicando un particular tiempo a sus dedos.

Sin esperarlo me cogió con su mano de la polla y me dijo – Ven aquí cariño quiero sentir esa hermosa polla en mi culo.

Se inclinó, apoyando las manos en la pared y se paso los dedos de la mano por su culo, que previamente había mojado con su saliva.

Sin dudarlo, guié mi polla hacia su culo y pensando en hacerlo cuidadosamente la apunté justo en el ano, cuando de forma violenta me conminó a que se la metiera entera y de golpe.

Así lo hice al tiempo que ella lanzaba un grito de dolor y placer y ladeaba su cabeza llevándola de un hombro hacia el otro.

- Fuerte y rápido Luis, follame, follame ¡ ¡ ¡

No pude resistir más de diez embestidas cuando me corrí violentamente en su interior y ella a cada pulsación mía, presionaba su culo cerrándolo y comprimiéndome la polla, con lo que las sucesivas descargas brotaban con más fuerza.

Me abracé, abatido sobre su cuerpo tomando sus pechos y apoyando mi mejilla en su espalda, con una respiración profunda y espaciada.

Se giró, me miró a los ojos fijamente, y me beso profunda y largamente, para decirme a continuación : acompañame.

Se calzó, aquellos hermosos zapatos negros, con lo que su esbelto y exuberante cuerpo aumentaba su belleza y poder. Su trasero era imponente, y compacto, al igual que sus enormes pechos, que firmes a penas se movían.
Caminaba, con pasos largos y de una forma muy insinuante, con las piernas algo más separadas de lo habitual, y contoneando graciosamente su potente culo.

Salimos de la habitación, cruzamos el pasillo y nos dirigimos hacia una puerta, la cual ,jamás había visto abierta. Abrió el tercer cajón de un bureau, en el que tía Laura solía leer y escribir, y sacó una llave. La llave de la habitación en cuestión.

La puerta se abrió, bajamos unos escalones cuidadosamente ya que la única luz era la que penetraba desde el pasillo. Patricia, de forma dificultosa y con su gran mano blanca de dedos largos que deslizaba por una barandilla, debido a los altos tacones de aguja sobre los que se calzaba, me presentaba una perspectiva distinta, nueva, de perfil, sus piernas larguísimas y sus redondos pechos que aun parecían más grandes. A cada escalón, la diferencia momentánea de altura entre una y otra pierna, obligaban a su redondo, potente, y estupendo culo a magnificar su tamaño.

Ya en el piso, me dijo : Luis, quiero que cierres los ojos.
Yo lo hice, y mientras oía el clic de un interruptor e inmediatamente la apertura de un cajón, los pechos de Patricia rozaron mi espalda y de nuevo me colocaba una especie de antifaz.

- Puedes abrir los ojos si lo deseas.
Daba igual, tampoco veía nada, con aquel tupido antifaz.

Me cogió de la mano y me colocó con mi espalda en una especie -de tabla vertical pensé -, pero no. Al levantarme primero un brazo y luego el otro, deduje claramente que era una cruz en aspa, mientras me ataba sendos brazos a ella.

Una cruz?, para qué? Que va a hacerme?

Separó mis piernas, e hizo lo mismo atándomelas.

Así, estaba completamente inmóvil, y sin visión alguna de lo que sucedía. Solo me podía guiar por mi imaginación, por supuestos, por mis sentidos.

Oía, como se alejaba, por el sonido de sus tacones, que pisaban fuerte sobre el piso de madera. Luego volvía y dejaba algo sobre una mesa.

Subió la escalera. Eso es lo que me indicaba el sonido de aquellos tacones. Al momento volvió.

Estaba cerca, sus manos me comenzaron a acariciar el pecho, los brazos, las piernas.
Sus dedos jugaban con mis labios y se introducían en mi boca, al tiempo que jugaban con mi lengua.

Me estaba excitando, mi pene comenzaba a pulsar, a latir, y yo deseaba que me lo cogiera, que me masturbara, que me lo chupara, pero ni una cosa ni la otra. Parecía importarle poco o nada, ya que siquiera se acercaba lo minimo a mi polla .

Cuando estaba completamente excitado, sentí sobre mi ingle el golpear de las colas del gato. El gato de tia laura. Era el mismo, estaba seguro. Sus colas me alcanzaban, la polla, el vientre, los muslos. Eran golpes suaves, pero constantes. A cada uno de ellos, una corta bocanada de aire entraba en mi boca, como signo de dolor y de placer.

Cuando Patricia debió considerar que ya era suficiente, grité de dolor al sentir la presión de una pinza metálica primero en un pezón y luego en el otro.

Cariñosamente pasaba su mano por mi cabello y mi mejilla, mientras con la otra me pinzaba, y me decía : No cariño, no duele, te gustará ya veras amor mío.
Ya con las dos pinzas en mis pezones, el dolor parecía que había penetrado hacia el interior de mi cuerpo. Me sentía algo más relajado.

Entonces , sentí un palmetazo que no esperaba sobre mi polla. Era la fusta, con la que espaciadamente me golpeaba en toda la superficie de la polla, sin dejar un solo milimetro.

Cuando debió considerar que ya la erección era total, las palmas de sus manos se colocaron sobre las mías y su cuerpo se pego al mío, en la misma postura que yo. Al ser la altura de Patricia mayor que la mía, mi polla apenas tocaba la parte interna de sus muslos y menos aun su coño.

Ella me besaba frugalmente, apasionadamente, su saliva me ahogaba de placer y su lengua pedía espacio en mi cavidad bucal.

Cual fue mi sorpresa cuando otra boca se introducía mi polla y de la misma forma que Patricia la besaba.

No podía decir nada, no podía hablar estaba entregado a los besos de aquella mujer que llenaba mi boca con su lengua y su saliva y de quien se estaba literalmente engulliendo mi polla.

Los pechos de Patricia se hinchaban ,estaban calientes y duros y presionaban las pinzas que apretaban mis pezones. No podía concentrarme en nada, estaba completamente entregado a lo que fuera.

Patricia dejó de besarme y se agachó para compartir mi polla con la otra mujer.

- Entre gemidos de placer solicité : Laura eres tu? Di que si Laura querida.

Dejaron ambas de chupar el miembro y me quitaron la venda.

Sí, era Laura, más hermosa que nunca, preciosa.

- Luis amor mio -, decía mientras se retiraba a un metro escaso de mi con
Patricia y se tumbaba en una cama, mostrándome su coño.
Patricia de rodillas, me lanzaba una mirada perversa y una malévola sonrisa, para acto seguido comenzar a lamer el coño de Laura, que no paraba de mirarme y mostrarme el gran placer que recorría su cuerpo, gracias al “servicio” que Patricia le prestaba.

Yo deseaba desatarme, y reunirme con aquellas diosas del infierno, pero todo esfuerzo era imposible. Estaba excitadísimo, tenia el pene y los testículos a punto de explotar. Mi polla palpitaba hacia arriba y abajo de forma espontánea. Tanto el color, el brillo, así como las venas completamente marcadas eran una prueba evidente que estaba más excitado que nunca.

Me deleitaba viéndolas como retozaban, como se lamían las tetas, como se las cogían y presionaban, con que fruición succionaban el pezón. Se paraban, y me lanzaban sendas miradas y una media sonrisa. Sacaban sus lenguas y jugaban frente a mi con ellas, o se fundían en un beso profundo.

Sus cuerpos se retorcían cuando parecía como si se follaran entre si, rozando sus coños, e incluso embistiéndose.

Después de un largo tiempo de ese juego, se colocaron , ofreciéndome sus coños completamente abiertos , para masturbarse frente a mi.

Cuando debieron presentir que estaban a punto de correrse, tanto Patricia como Laura, sin dejar de masturbarse, me decían : Luis cariño, correte con nosotras ; Menuda polla cariño; de estas dos putas quien te gusta más? – soltaban alguna que otra carcajada, y el movimiento de sus manos cada vez era más rápido- Tienes la polla Luis que te va a reventar.

Yo me mordía los labios, los mojaba con mi lengua, ya había olvidado que estaba atado, inmóvil, no me importaba. Solo me concentraba en lo que veía, mientras aquellas mujeres me iban poniendo más y más excitado, con sus comentarios.

Al rato, se corrió varias veces seguidas Laura mientras gritaba de placer. Los gritos de Patricia en su orgasmo se fundieron con los de Laura y de forma espontánea hilos de semen a cada latigazo de mi polla eran expulsados con tanta fuerza que llegaban a alcanzar el cuerpo de Laura que era quien más cerca de mi estaba.

Patricia sin pensarlo, se puso a lamer toda la leche que mezclada con sudor se deslizaba por la blanca piel de tia Laura.

Luego unió su boca empapada por múltiples jugos con la de Laura, besándose apasionadamente e intercambiado fluidos. Sacando sus lenguas de las que colgaban hilos blancos y que se desprendían con el movimiento de las mismas.

Me liberaron de las ataduras y los tres permanecímos tumbados, con la mirada perdida, en silencio.

Al cabo de unos minutos de descanso, Laura se levantó y encendió un cigarrillo, que después colocó en los labios de Patricia, seguidamente otro que me ofreció y un último cigarrillo para ella.

Después de caer en un profundo y placentero sueño, al anochecer, subimos al salón y estando aun desnudos, seguí sus instrucciones y preparamos entre los tres una cena especial.

Retiramos los pocos muebles del salón, y extendimos en el suelo una especie de lona cubierta por un precioso mantel.

Todo el perímetro del mismo lo rodeamos con unas gruesas velas blancas, que encendimos una a una. En las cuatro esquinas del amplio mantel, debería de medir aproximadamente unos cuatro metros por tres, colocamos unas fuentes con carne picada cruda, mantequilla derretida, muy líquida, otra fuente con plátanos más bien verdes, y un filete de carne. Y el colofón una botella de champagne Moet &Chandón.

Pensé que comida más atípica, carne cruda, champagne de lo mejorcito pero sin enfriar convenientemente, más bien caliente. Detalles que la verdad no me preocupaba en absoluto, pero despertaban mi curiosidad hacia aquellas malvadas mujeres.

Ellas entre sí intercambiaban risas y miradas de complicidad, sin duda no era su primera cena de ese tipo.

Pusieron en marcha el magnetófono que tenía tía Laura y comenzó a sonar Carmina Burana, apagaron la lámpara y de un cajón Patricia sacó tres medias mascaras venecianas con las que vestimos nuestros rostros.

Cuando todo estuvo listo, solo con la luz que proporcionaban las velas, nos colocamos sobre el mantel, allí Patricia y Laura, se besaron apasionadamente mientras se toqueteaban sus respectivas vaginas.

Yo con mi rostro cubierto por la máscara, contemplaba la escena con enorme satisfacción. Aquellas espléndidas mujeres, bellas, con sus rostros enmascarados, sin ningún atuendo más, la melodía poderosa y cargada de euforia de Carmina Burana mezclándose con el humo y olor que desprendían las velas, las sombras de los cuerpos reflejados en las paredes. Increíble, excitante, espectacular.

Después de unos instantes de dejarme al margen extendieron sus brazos y me ofrecieron participar, al comprobar previamente que ya estaba algo excitado por el inicio de erección.

Patricia tomó en sus manos el recipiente con la mantequilla, y derramó una cantidad sobre las manos de Laura, que al tiempo pasaba por mi cuello y mi pecho hasta dejarme totalmente empapado de ese denso líquido.

Patricia cedió el recipiente a Laura, que tomándolo con sumo cuidado para que no se le escapara de sus escurridizas manos vertiera dicho líquido en las manos de Patricia e hiciera lo mismo con el cuerpo de Laura.

Luego me correspondió a mi embadurnar el cuerpo de Patricia.

En unos instantes nuestros cuerpos presentaban un brillo espectacular y llamaba extraordinariamente la atención los pechos de las dos que por el efecto de la mantequilla aun parecían más voluptuosos, sus labios muy mojados, sus coños empapados, los pies y las manos donde destacaban sus preciosos dedos terminados con uñas rojas de un brillo intenso y los rostros con las mascaras.

Yo seguía con mi polla casi erecta, entonces Patricia se saco de su muñeca una goma elástica ancha, lo que previamente ya había llamado mi atención sin lanzarle pregunta alguna al respecto.

La colocó en la base de mi polla tirando del prepucio convenientemente hacia fuera para poder colocarla ahí en la base y le dio dos vueltas, con lo que me presionaba pero sin molestar.

Los tres nos abrazamos y rozábamos nuestros cuerpos, viendo como todas nuestras partes se escurrían placenteramente al estar completamente lubricados.

Pareciamos otros con las caras semi cubiertas pero se adivinaba gozo y placer. Los pezones de aquellas preciosas mujeres estaban completamente duros y presentaban un color intenso, excitante.

Observé como Laura me cogía la polla tirando hacia abajo para dejar el prepucio totalmente al descubierto y con la otra mano me masturbaba lentamente con un pequeño giro al subir y al bajar. Al momento estaba completamente hinchada, más que nunca, debido tanto al placer que me daba, como a la goma que concentraba el riego sanguíneo y al aceite que hacían aun más visibles las ya muy hinchadas venas.

Empalmado por completo, con su dedo pulgar me masajeo en el perineo, justo debajo de los testículos, para presionar sobre el mismo, con lo que perplejo ví como mi polla aumentaba en longitud, creciendo de forma increíble más de un centímetro.

Ellas sonreían de satisfacción, al lograr algo que ya estaba previamente en su cabeza y exclamaban simultáneamente : ¡ que pollón cariño ¡. Laura le comentaba a Patricia : fijate como la tiene, le alcanza el ombligo, como la vamos a disfrutar ¡

Laura se tumbó sobre el mantel y abriendo ampliamente sus piernas, nos mostró su coño, mientras Patricia lo abría aun más tirando cuidadosamente de los grandes labios .

Acto seguido, me conminó a introducir los dedos en el coño de Laura. Primero dos que con el aceite entraban sin ninguna dificultad, tres, cuatro y por fín al principio con precaución mi mano.

Después de haber introducido y sacado mi mano hasta penetrarla con todos mis dedos, Laura me dijo : meteme toda tu mano cielo, hasta la muñeca.

Lo hice y fue entonces cuando Laura abrió completamente los ojos lanzando un grito de placer extraordinario, y pidiéndome que fuera más y más deprisa.

Sin sacar mi mano, Laura se corrió de forma seguida hasta cuatro veces, convulsionándose y retorciendo su cuerpo, mientras Patricia, le cogía fuertemente los pechos y la mordía en los pezones.

Mi polla seguía al límite, entonces, Patricia invadida por la situación cogió un puñado de carne picada y lo introdujo en su coño rebosando una parte de la misma, para a continuación decirnos : comerme el coño los dos, comérmelo ¡

Así lo hicimos comimos Laura y yo la carne cruda del coño de Patricia. Su sabor era un mezcla de sexo, sudor, fluidos, y a propia carne.

Patricia estaba como loca cuando veía como los dos le comiamos literalmente su coño, y que en el contorno de nuestras bocas teníamos restos de carne, jugos y saliva. Laura y yo estábamos contagiados por esa vorágine de placer.

Entonces dijo, ahora los postres y después de sacarle la piel a los verdes plátanos hicimos un circulo con nuestros cuerpos en suelo. Yo masturbaba con aquel verde y duro plátano a Patricia. Esta introducía otro, el de mayor tamaño, en el culo de Laura. Y laura hacía lo propio con mi culo.

Estabamos los tres enlazados en una orgía de placer, dando al tiempo palmadas en los clítoris, en las nalgas, en mi polla.

Después de unos minutos en ese juego, cogieron el trozo de carne aun sangrante, envolvieron mi polla con el mismo y me masturbaban por un corto espacio de tiempo para evitar el orgasmo.

Desenvolvieron mi polla del trozo de carne para golpearme Laura con el mismo en las nalgas y en mi polla mientras estando yo arrodillado, era ordeñado por Patricia, que me masturbaba a cortos espacios muy rapidamente.

Cuando terminaron de jugar conmigo, cogieron la botella de Moet, y pensé : que asco con la sed que tengo y eso tan caliente.

Cual fue mi sorpresa cuando al descorchar la botella y salir por la presión del champagne un chorro de espuma, Patricia se introdujo la botella en su coño y tras agitar la botella la retiró, para inmediatamente ver como brotaba del mismo con fuerza una fuente de champagne, que nos baño tanto a Laura como a mi.

Laura repitió el juego y estando de rodillas frente a ella que estaba tumbada, nos lanzó sobre nuestros cuerpos otra descarga de champagne que lamiamos mutuamente de nuestros cuerpos.

Me hicieron sentar frente Laura, que la tenia a escasamente medio metro de mi polla. Patricia se coloco de pie con las piernas separadas justo encima de nosotros y mientras Laura agitaba la botella en su dilatado coño, las dos dijerón : ahora¡

Y Laura soltó una nueva descarga sobre mi vientre, mientras Patricia al mismo tiempo nos practicaba una larga, abundante y cálida meada sobre nuestros cuerpos.

Estabamos empapados por completo. Sin pensarlo y por iniciativa propia cogí de forma un tanto violenta a Patricia para obligarla a ponerse a “cuatro patas” y después de soltarle unos fuertes azotes en su enorme culo, la golpee con mi polla, sacándome la goma sin perder un ápice de mi erección, mientras ella decía provocándome : follame luis, dame por el culo ¡ y Laura la seguía en la provocación : si Luis metele ese pollón en el culo a esa puta de Patricia y antes de correrte dame tu leche para bebérmela.

De fondo sonaban los coros de Carmina Burana en uno de sus más poderosos momentos, las timbálas, nuestras sombras proyectadas en las paredes, los cuerpos brillando por el aceite, restos de carne, juegos, fluidos, sudor, y las máscaras que parecia que no fueramos nosotros los actores de aquel espectáculo de lujuria.

Eso aun me excitaba más, la cabalgué unos instantes y cuando ya no podía más saqué mi polla de su culo, que permanecia abierto por completo y palpitaba para que Laura saboreando los jugos de su amiga Patricia se la metiera en la boca y con cada eyaculación me succionará mi leche.

Posteriormente besó a Patricia que estaba agotada por el ultimo orgasmo, mientras con las lenguas en el aire, el semen se derramaba por sus bocas y cuello hasta sus tersos pechos.

Siguiendo con mi espontaneidad les dije que se colocaran de pie una junto a la otra,
Increíblemente me hicieron caso, fui a la habitación de Laura, removi en los cajones cogí tres medias y las llevé al salón, les ate las manos, y la pierna de una con la de la otra. Ellas reían a carcajadas y me animaban a seguir con el juego.

Una vez atadas, fui al sótano, allí cogi unas pinzas y el gato, mientras me gritaban : Luis, cielo donde estás?

Cuando me vieron con los artilugios que portaba, riendo exclamaron : Luis te estás volviendo muy malo. Les coloque las pinzas cuidadosamente a ambas, que exclamaban por el dolor, pero no se negaban a ello.

Una vez pinzadas tiraba de ellas simultáneamente hacia mí. Ellas se miraban y en su rostro aunque cubierto, se reflejaba una mezcla de dolor y placer al tiempo que gemían.

Así una y otra vez, pausadamente, mientras a cada tirón, me lanzaban insultos e improperios, que yo respondía con un nuevo tirón y ellas se desahogaban : eres un hijo de puta, cabrón, que bien lo haces .......

Tomé el gato en mis manos, y les lancé, una descarga sobre sus hinchados y castigados pechos, aumentando en la siguiente, la fuerza del mismo.

Luego proseguí con sus coños, hasta que dijeron : basta cabrón, follanos ¡

Intercalaba penetraciones a una y otra hasta que agotado renuncié a correrme y las desaté, para que ellas se dieran placer mutuo. Eran insaciables y las observaba absorto mientras me la meneaba hasta que por fín se corrieron simultáneamente.

1 comentario:

  1. muchisimas gracias x dejar tus huellas en mi casita erotica. como puedes ver te sigo. me gusto tu blog y tu manera de expresion.
    miles de besos

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