lunes, 17 de agosto de 2009

LA TIA LAURA

En junio de 1968, yo había suspendido varias asignaturas de bachiller. Mis padres tenían previsto visitar a unos familiares en Andalucía, y tuve que quedarme castigado en Barcelona, para estudiar.

Mi estado de ánimo era muy bajo, no podría ver a mi prima Julia. Aquella niña dos años más joven que yo, encantadora, que consentía que la besara en los labios, pero con la boca cerrada.
Para más fastidio, encomendaron mi tutela a Laura, mi tía, que llegó el viernes justo antes que partieran de viaje mis progenitores.

Aquella mujer, Laura, era una señora de unos 38 o 40 años, tan alta como yo, de complexión fuerte, morena, de cabello largo que se recogía en lo alto de la cabeza con un impresionante moño. Sus ojos eran oscuros, y cuando me clavaba la mirada, me dejaba helado. Laura, mi tía Laura, imponía y me causaba más respeto que nadie.

Cogió el libro de texto de Química, con aquellas manos grandes, de piel blanca y uñas largas y lacadas de un rojo sangrante, y lo colocó sobre la mesa, frente mis ojos, que completamente abiertos la miraban fijamente.

- Luisito, quiero que antes de la cena, hayas estudiado desde la página 34 a la página 38, luego antes que te acuestes te haré algunas preguntas sobre el tema, y espero que no falles ninguna.

Su voz, cortante, distante, sin gritar – no tenía necesidad alguna para asustarme ya lo estaba – se quedó grabada en mi cerebro.

Así que, sin mediar palabra, me puse a estudiar como nunca.

Llegó la hora de la cena, y cenamos en absoluto silencio. Y después, la hora fatídica : las preguntas de tía Laura.

Respondí, una tras otra, sin errores, pero con algún titubeo, así que me envió a la cama a dormir.

Satisfecho por haber “pasado” la primera prueba del día, me dirigía a eso de las 10 de la noche hacia mi dormitorio.
Mientras practicaba la limpieza bucal, repetía dentro de mí : Una semana, Luisito, te queda una semana de sufrir con esa mala puta, y encima a las 10 a la cama sin chistar y sin poder escuchar la radio.

Ya en la cama, oía a lo lejos como ella si estaba disfrutando de la radio y además estaba fumando aquellos cigarrillos ingleses que cuidadosamente extraia de una caja de aluminio blanca y negra, elaborados a mano con mezclas de hojas de tabaco turco y egipcio. Olian a internado suizo, y los consumía uno tras otro, hasta dejar el salón envuelto de una embriagadora y densa nube azul.
Ya medio dormido, la radio dejó de sonar, y las luces se fueron una a una apagando, solo quedaba la luz de la habitación que siempre ocupaba tía Laura, y ese murmullo del agua corriendo por el desagüe.

En casa jamás se cerraban las puertas, así que decidí levantarme y espiarla. Descalzo y cuidando de no hacer ruido caminé unos pasos y me quedé observando desde fuera. Ella estaba en el baño, al momento salió y me quedé asombra.
inmóvil, paralizado. ¡ Dios mío¡ . Allí estaba tía Laura, con el cabello, su precioso cabello negro suelto, un camisón largo no transparente pero que permitía adivinar las generosas formas de aquella bellísima mujer. Se sentó frente el tocador, encendió uno de aquellos cigarrillos, y tras exhalar aquel humo azul se puso a cepillar su hermoso cabello.

Yo permanecía absorto observándola, de golpe se dio la vuelta violentamente y me dijo : Luisito que haces ahí ?

No sabía que decir, estaba mudo, no articulaba una sola palabra. Se levantó y me dí cuenta que su semblante cambiaba y me miraba sorprendida pero sin enfado. Su mirada no se clavaba en mis ojos como era costumbre. Me estaba mirando la entrepierna. Imbécil de mi tenía una erección total, por culpa de aquella mujer, aunque en cuestión de dos segundos desapareció por completo.
Se acercó, no sin antes coger el cigarrillo, y me acompañó a la cama. Me cubrió con la sábana y sentada un instante dijo : ¿ Luisito, quieres dormir en mi cama estos días, para que no nos sintamos tan solos?

Yo, no dije nada, solo sonreí, y ella debió interpretar que eso significaba que asentía.

Se levantó y ya de espaldas, dejando tras de sí una estela del humo del cigarrillo, se dirigió a su habitación mientras decía : ve a mi cama, que ahora iré yo.

Estando ambos en su habitación, continuo por unos momentos cepillándose el cabello y devorando algunos cigarrillos más. Su cara a través del espejo era diferente y estaba adornada por una sonrisa .

Yo volvía a estar excitado y rezaba para que se me pasara lo antes posible, pero todo esfuerzo por evitarlo era inútil, así que opté por tumbarme de lado para que no se notara nada.

Oí como se dirigía hacia la cama y cerré los ojos para hacerme el dormido. Laura se acerco para darme un beso mientras me decía “Buenas noches cariño”, cuando note el tacto de su pecho sobre mi espalda. ¿Estaba desnuda?. Estaba desnuda, completamente desnuda, así que me di la vuelta y la vi a mi lado.
Yo miraba su cara y sus pechos grandes, blancos culminados por un circulo rosado y unos pezones que parecían apuntarme desafiantes. Ella mostraba el mismo semblante que cuando me “pilló”, en cambio su cara ya no era de sorpresa, y su mirada penetraba en la sábana, que cubría algo inevitable de ocultar.

Su mano grande, blanca con aquellas uñas de rojo sangre, lanzó la sábana al aire y se metió en mi pijama, cogiendo mi pene que estaba hinchado y durísimo.

Las mejillas de Laura eran la prueba evidente de la excitación que habia invadido su cuerpo.

Me despojó de mi ropa y me dijo : Luis, menuda polla tienes cariño, me encanta. Y mientras la sostenía con una mano, se la introducía en la boca y con las rojas uñas de la otra mano me tocaba delicadamente el perineo que estaba muy hinchado.

En menos de quince segundos mi pene explotó y tras varias sacudidas la cara y los pechos de Laura se impregnaron de semen.

- Luis voy a hacer contigo, algo que nunca antes te han hecho.

Ató mis manos y pies en la cama, con sendas medias y de su maleta sacó, lo que ella denominaba “gato” . Con el mismo comenzó a golpear mi polla que a cada una de las descargas de las incontables colas se ponía más larga y más dura, lo que parecía imposible. El prepucio estaba hinchado, brillante y con un tono morado con tendencia al azul prusia.

De vez en cuando paraba y encendía un cigarrillo, lo degustaba mientras me observaba desafiante y sonriente sin mediar palabra, caminando por la habitación.
Mis ojos no sabían si concentrarse en sus pechos, en su culo, en su coño. ¿Dónde?

Se dirigió hacia mi, que permanecia inmovilizado. De pies en la cama colocó su hermoso coño frente mi cara.

Estaba completamente rasurada, sus labios eran grandes, su clítoris blanco en la cúspide y rosado en el resto, mojado , con un perfume indescriptible a placer mezclado con el olor a tabaco inglés. Entonces mi boca comenzó a besarlo, lamerlo, morderlo, mientras ella movía su pelvis, hacia los lados y hacia mi rostro y mi lengua penetraba en el interior. La textura interna era suave, mi lengua se deslizaba hacia las partes internas sin ninguna dificultad y cada vez estaba más abierto, mientras ella gemía : “Asi cielo, follame con tu lengua, así, así,.... No puedo más Luis”

Se colocó de rodillas y mirándome a la cara introdujo toda mi polla en su coño, moviéndose rítmicamente y balanceando su cuerpo, con la cabeza hacia atrás.

Gritó de placer al convulsionarse repetidas veces, en cada uno de los orgasmos que tuvo, mientras, yo me corría por dos veces seguidas sin perder consistencia en mi erección.

Subitamente me descabalgó, e introduciéndose la polla en su boca, intentó nuevamente provocarme otra erección. Al no conseguirlo, muy enfadada se levanto y volvió del baño con un frasco.
Dejó caer unas gotas de aquel líquido viscoso sobre su mano, mientras decia de forma soez : “Luis quiero esa polla como al principio O te vuelves a empalmar o te vas a acordar de tu tia Laura

Paso sus manos por mi ano, testículos y pene, al tiempo que notaba una sensación de calor y escozor por donde me humedecía con aquel líquido, que aunque algo molesto me daba un inmenso placer. Mi polla volvía a estar erecta. Pero parecía que no tenía bastante, así que me introdujo uno, dos y tres dedos en el ano con lo que la erección fue a mayores.

Luego después de sacar los dedos de mi culo, los chupó ,se puso completamente de pies sobre la cama y empezó a dejar caer lentamente gota a gota su orín sobre mi vientre, para descargar completamente y con fuerza todo el cálido líquido que brotaba de su vagina, mostrándome una cara que además de satisfacción insinuaba vicio, morbo y sumo placer. Yo estaba empapado, con las piernas, el vientre, testículos y pene completamente mojados.

Cogió mi polla y arrodillada encima mío se masturbó con la misma. Mi prepucio era dirigido por su mano sobre sus labios, su clítoris, circularmente, como si de su dedo indice se tratara.
Cuando dijo estar lista dejo caer unas gotas de aquel aceite, que más tarde supe contenía una parte muy pequeña de alcohol, sobre su mano y me masturbó, con lo que aquel escozor caliente provocó que tuviera la polla a punto de explotar, enrojecida, irritada, entre rojo y carmín, surcada por infinitas venitas azules que según se acercaban a su base se hacían más visibles por el grosor.

Lo mismo hizo con su ano, gritando de dolor y placer al notar la misma sensación que yo pero en su culo. Entonces dijo : Cariño ya estamos preparados y metió su polla lentamente en su culo al tiempo que se movía lentamente y quejaba de placer.
Tras un largo rato , nos corrimos los dos al mismo tiempo.

Luego me desató, me besó y me dijo que al día siguiente me enseñaría algunas cosas más. Abatidos, caimos en un profundo sueño hasta la mañana siguiente.

Cuando desperté ella estaba esperándome en la cocina. El desayuno estaba preparado, Laura estaba guapísima, mas bella que nunca, se me acerco me besó y me dijo : Luis amor mio, desayuna que luego tengo una sorpresa para ti.

Después de desayunar y pasar por el baño, fui hacia la habitación de tía Laura y allí estaba desnuda, esperándome. Me llamó enormemente la atención que de una de las vigas de madera que había en el techo, justo la que estaba sobre la cama colgaba una sabana que descendía casi hasta la cama .

Me dijo con una complice sonrisa que si quería estudiar , a lo que la respondí que no.
Entonces, me hizo tumbar sobre sus rodillas y comenzó a azotarme con aquellas preciosas manos, mientras me recriminaba : Por ser un niño malo y no querer estudiar, toma. ¿ Y entonces que es lo que quieres hacer malo, estudiar o follar con tia Laura ?. – Follar con tía Laura, le decía yo- y ella me pegaba más fuerte, al tiempo que mi polla comenzaba a estar más larga y más dura.

Así que tras ese castigo, me ató como la noche anterior, utilizando las mismas medias y tras masturbarse frente a mi, lo cual me incendiaba literalmente, colocó su coño frente mi boca, repitiendo parte del ritual del día anterior.

Fue entonces cuando se cogió de la sabana que colgaba del techo y comenzó a dar vueltas, una tras otra para terminar enroscando la sabana. Estando la sabana completamente enroscada, se colocó sin soltarla, encima mío, se introdujo la polla por completo y poco a poco dejó su cuerpo a la voluntad de la sabana que al desenroscarse, provocaba que Laura girase sobre mi. Los dos parecíamos locos de placer al notar como las paredes de su vagina rozaban girando sobre mi pene, lentamente, sin esfuerzo.

Tuvimos ambos un orgasmo diferente, sublime.

Aquel año aprobé todas las asignaturas que había suspendido, gracias a las clases que mi querida tía Laura me dio.

1 comentario:

  1. lokoo te admiro por eso, yo tambien tengo una tia llamada Laura qye tambien me la quiero comer, las ganas que le tengo son infinitas pero tiene hijos osea mis primos y no se como hacer para follarmela..!! ayudame!!

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